miércoles, abril 24

CAMPO DE BATALLA. CUERPO DE MUJER

El jueves 21 de marzo, en el marco del ciclo Marzo, Mujer y Memoria, que se lleva 7 de septiembre se presentó la película Campo de Batalla. Cuerpo de Mujer, en el ex centro clandestino de detención y tortura Olimpo de la Ciudad de Buenos Aires. Este documental, dirigido por Fernando Raúl Álvarez, retrata el sometimiento y la violencia de género que padecieron las mujeres víctimas del terrorismo de Estado, durante la última dictadura militar. Dieciocho sobrevivientes de distintos centros clandestinos y cárceles, relatan las dificultades para ser escuchadas, para declarar y para narrar sus vivencias, pero también las formas de resistencia y las luchas para poder hablar y denunciar públicamente a los represores como violadores.
Tras la proyección del film se desarrolló un debate y se arribó a las siguientes conclusiones:

  • En nuestro país, La violencia sexual ejercida por la última dictadura militar, presenta elementos comunes con la violencia hacia las mujeres en las guerras y en los conflictos armados. Los cuerpos de las mujeres son atacados y ocupados como parte de una estrategia bélica de ataque al enemigo, como si ellos representaran también el territorio enemigo a ser ocupado, invadido, violentado.
  • Durante el terrorismo de Estado esta violencia fue ejercida por los agentes del Estado como parte de una política sistemática y permanente de represión, precisamente para imprimir en el cuerpo y la sexualidad de las mujeres una marca, un mandato de aniquilación. En este sentido, la violencia sexual tiene un objetivo político, que es reestablecer el orden de género tradicional. Se castiga a las mujeres por transgredir los mandatos de género, por ser parejas de los militantes, por ser partícipes de los procesos de cambio social y por tener una activa participación política.
  • Como tortura, la violencia sexual contra las mujeres tiene una doble connotación: disciplinarlas, porque invaden un campo que es masculino. Y castigarlas, por desobedecer al poder. El objetivo es hacerles creer que son nada. Ese ser nada es una demostración de que están reducidas.
  • El derecho internacional ha calificado a la violencia sexual como un delito de lesa humanidad, una violación a los derechos humanos y un crimen de guerra. No todos los países cumplen con este tratado.
  • Las secuelas de estas agresiones persiguen a las víctimas durante décadas. Esto se percibe en los testimonios de las víctimas es que son muy pocas las logran verbalizarlo sin volver atrás en un proceso de retraumatización.
  • En los primeros registros sobre violaciones a los Derechos Humanos en nuestro país no se hablaba de agresión sexual como un método de tortura, pese que esta era una práctica habitual del aparato represivo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *