sábado, abril 27

BARRERAS ARQUITECTÓNICAS QUE IMPIDEN EN EL ACCESO EN LAS CIUDADES

Veredas obstaculizadas o rotas, colectivos con escalones altos, semáforos que cortan rápido y escasez de bancos para descansar son algunas de las barreras arquitectónicas y urbanísticas que la gerontóloga y docente de la Universidad Maimónides, Olga Chiadó, destacó como «cuestiones prontamente a resolver» en los barrios y ciudades del país.

«Si vamos camino a una población envejecida, es urgente mejorar los espacios tanto privados como públicos y eliminar las barreras arquitectónicas y urbanísticas, tecnológicas, crear ciudades amigables con los mayores», expresó Chiadó (78).

Las barreras, aseguró, las ven a diario: veredas en malas condiciones, ocupadas por motos, sillas y otras cosas «que no deberían estar ahí», la falta de rampas, en mal estado u obstaculizadas por un vehículo.

«También los semáforos que no están regulados para el paso de una persona mayor. Cruzar la (avenida porteña) 9 de julio, por ejemplo, es una odisea para nosotros», aseguró.

Si bien con mejoras en los últimos años, el transporte público «es un gran limitante porque los colectivos no están diseñados para personas mayores, hay que ser equilibrista para no caerse por los movimientos bruscos o porque a veces hay que dar un salto para llegar al asiento, que están a 40 centímetros del piso».

Mejorar la accesibilidad del transporte público es «urgente» ya que, por evitar riesgos, las personas mayores «terminan gastando mucho más dinero para transportarse o quedándose en sus casas porque no se puede viajar así».

Asimismo, destacó la importancia de colocar más asientos en las ciudades para que la gente mayor que sale a caminar pueda sentarse a descansar, como así también mayor cantidad de plazas y espacios verdes «porque un hábitat saludable es fundamental para la salud y la vitalidad».

En cuanto a las viviendas, Chiadó recordó algunas recomendaciones como tener baños apropiados, sin bañeras ni alfombras movibles; barrales para agarrarse; evitar las escaleras y pisos altos; muebles que estén a la altura de las personas mayores, entre otras.

«La realidad es que las casas envejecen con las personas y siempre son necesarias modificaciones que cuestan mucho dinero en algunos casos. Es importante que desde los gobiernos se fomenten programas y presupuesto para evitar la institucionalización de las personas mayores y que puedan seguir viviendo en sus casas, pero adaptadas», concluyó.

Foto/Fuente: Télam

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *