lunes, abril 29

ESTRTATEGIAS DE LA ENFERMERÍA

Enfermeros y enfermeras implementan estrategias como la valorización de la identidad indígena, el respeto a las pautas culturales y la reivindicación de la risa y lo lúdico en su trabajo diario con el propósito de «generar puentes con la medicina» y detectar situaciones de violencia o abuso, indicaron referentes de esta profesión con motivo del Día de la Enfermería que se celebra mañana.

Marina Barrientos (38) descendiente de los pueblos qom, vilela y guaraní, vive en la comunidad de pueblos originarios Colonia Aborigen, ubicada en el departamento chaqueño de 25 de Mayo, y en 2009 se recibió de licenciada en Enfermería.

«El gran desafío a nivel profesional es reconstruir la identidad de cada lugar. Me encanta como se entrelaza la enfermería con la historia de la humanidad y de los saberes ‘olvidados’ que no se registran porque no hay fuentes de diálogo», señaló Barrientos, quien además es descendiente de sobrevivientes de la Masacre de Napalpí.

Este genocidio, en el que el Estado tuvo responsabilidad, ocurrió en 1924 contra las comunidades indígenas y fue reconocido por la justicia en 2022, lo que trajo aparejado «consecuencias y traumas generacionales» para estas comunidades.

En este sentido, Barrientos sostuvo que «siempre se defendió el derecho a la identidad indígena» y destacó que muchos de los saberes y conocimientos de los pueblos originarios relacionados con la medicina, como el uso de plantas medicinales, actualmente se enfrentan a la «barrera del lenguaje».

«Generar este puente es muy importante entre la medicina para vincularse y transformar la medicina misma, preservar todo lo que se pueda y que no sea tarde», remarcó.

Entre los principales proyectos que lleva adelante la enfermera en su comunidad, se encuentran los talleres de Educación Sexual Integral (ESI) dirigidos a la comunidad originaria, los cuales buscan reconocer la salud intercultural indígena, además de alertar sobre abusos y situaciones de violencia ginecológica y obstétrica.

«La pandemia atravesó mucho más a las mujeres indígenas, que justamente estaban trabajando la ESI como la mandaban desde Nación, de una forma que rompía con nuestras pautas culturales y prácticas», relató.

Por este motivo, Barrientos junto a otras enfermeras y docentes impulsaron el proyecto «ESI con identidad indígena», que permitió que «hablar mucho de ESI, revitalizar y reconstruir nuestra identidad indígena al consensuar con otras comunidades para no caer en la invisibilización», destacó.

Barrientos también se encuentra trabajando como parte de un proyecto académico de la Universidad Nacional del Chaco Austral para reconocer en un herbario las propiedades de las plantas medicinales utilizadas por los pueblos originarios.

«Nos dimos cuenta del valor de esos saberes que estaban dentro de la comunidad y a veces son difíciles de llegar, porque es tan latente el miedo de la apropiación de los conocimientos, de las plantas, sus propiedades y la comercialización», señaló.

Por este motivo, a través de la «relación entre la naturaleza y la medicina, podemos visibilizar derechos de las personas y la naturaleza, valorar la diversidad biológica de cada territorio, generar relación con el pueblo indígena y puentes de diálogo», remarcó la enfermera.

Por su parte, Fabián Liporace (61) de la localidad bonaerense de Ituzaingó, es enfermero y uno de los impulsores de «Enferyasos» -junto con su hijo Tomás y la enfermera Marta Maruco-, un proyecto que nació durante la pandemia para brindar acompañamiento médico.

Liporace, que también se formó en la cátedra de «Payamedicina» de la Universidad de Buenos Aires, destacó que esa orientación le brindó «muchas herramientas relacionadas con el pensamiento, el sentimiento, la expresión corporal, el impacto de las palabras, los juegos y la risa».

«El proyecto surgió en plena pandemia, cuando empezamos a ver que muchos de los desbordes en los pacientes tenían que ver con aspectos emocionales, y no solo herramientas racionales», explicó el enfermero a esta agencia.

En ese momento, Liporace se encontraba trabajando en la detección de Covid-19 en barrios vulnerables, donde «al vivenciar la situación, ver la carencia, el encierro y encontrarme con realidades complejas, vi que se necesitaba una contención al respecto».

«En ‘Enferyasos’ nos interesa mucho el trabajo en la comunidad, pero no creemos sólo en el payaso con la nariz puesta, creemos que lo importante es tener las herramientas para poder interactuar con la gente y poder evaluar diferentes situaciones como a través de la risa», explicó Liporace.

Entre esas situaciones, destacó que el uso de las herramientas lúdicas permite desde la detección de carencias alimentarias como el bajo percentil en los niños, hasta situaciones de abuso o de violencia.

«Hay muchas cosas que pueden surgir, como situaciones de abuso o violencia y lo lúdico permite esta declaración sin que sea humillante», señaló el enfermero.

Y agregó que a esto se suma el hecho de la risa: «Parece que está prohibida, pero la risa reduce las depresiones, genera endorfinas, nos genera bienestar. Con la risa salimos de la queja para pasar a la acción».

Finalmente, Liporace destacó que, si bien estudió la profesión «primero por una salida laboral», cuando «empecé a encontrarme con la realidad, uno no se banca el sufrimiento del otro o las excretas y la sangre si no está para eso», y sostuvo que «tiene que estar la vocación».

Foto / Fuente: Télam

 

 

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