
En el comunicado de esta semana, la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones de Jubilad@s y Pensionad@s evoca la celebración de un nuevo aniversario de la Semana Trágica y analiza el actual desafío de la clase trabajadora en nuestro país.
por Lucía Pereyra
En el espejo del tiempo, la historia ofrece lecciones que a menudo parecen desvanecerse entre la vorágine del presente. Hace 106 años, en enero de 1919, la ciudad de Buenos Aires se tornó el escenario de uno de los episodios más sangrientos del movimiento obrero argentino: la Semana Trágica. Este conflicto no solo dejó una huella indeleble en la historia de la lucha por los derechos de los trabajadores, sino que también imprimió una impronta indeleble en la memoria colectiva de un país que aún hoy resuena con los ecos de aquella resistencia.
En esos días de enero, la clase trabajadora, compuesta en su mayoría por inmigrantes que llegaban en búsqueda de una vida mejor, se alzó contra una alianza implacable entre el Estado y los sectores patronales que habían labrado su fortuna a expensas del sufrimiento y la explotación. La represión brutal, manifestada en la feroz intervención de las fuerzas militares y la policía, resultó en miles de muertos y heridos. La Semana Trágica fue una proclamación de dignidad, un grito que aún retumba en los corazones de quienes luchan por la justicia social.
Hoy, un siglo y seis años después, la historia parece repetirse. La actual administración del presidente Javier Milei, encarnando un gobierno de ultraderecha, ha reavivado esa misma alianza reaccionaria que persigue y acosa a la clase trabajadora. Sectores del poder económico que crecieron desmesuradamente durante la última dictadura genocida encuentran en Milei un cómplice fervoroso. Su retórica, aderezada con discursos de moral y ética, contrasta con la cruda realidad de políticas que llevan a la pobreza y la miseria a vastos sectores de la población, incluidos jubilados y pensionados.
Días atrás, el Gobierno nacional convocó a sesiones extraordinarias y, con ese llamado, apareció un coro de voces políticas que, desde la tribuna, suplicaron por “buenas costumbres” y un nuevo orden moral. Pero esos mismos representantes no han dudado en ignorar las necesidades básicas del pueblo, dejando a los trabajadores de la salud, docentes y demás sectores esenciales a merced de salarios indignos y condiciones laborales miserables. La ironía de invocar la moral cuando se perpetúa la explotación es, sin duda, desoladora.
Ante este panorama, la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones de Jubilad@s y Pensionad@s ha tomado un papel protagónico, reiterando su convocatoria a la unidad de los trabajadores. Este llamado a la acción resuena con fuerza en un momento crítico donde la fragmentación puede ser la mayor aliada de quienes buscan aniquilar las luchas históricas por derechos y dignidad. La historia enseña que la unidad en la lucha es el camino hacia la resistencia. Por ello, la construcción de una alternativa política se vuelve imperativa; una alternativa que no enarbole tan solo las banderas de la justicia social, sino que también retome las enseñanzas de aquellos que, hace más de un siglo, se levantaron contra la opresión.
La Semana Trágica nos recuerda que la historia no se olvida, que las luchas del pasado son un legado que debemos honrar en nuestro presente. La resistencia obrera tiene raíces profundas, y aunque el camino sea arduo, la esperanza sigue viva en el espíritu de aquellos que creen en una sociedad más justa y democrática. «Así como los trabajadores de 1919 se opusieron a la injusticia, hoy estamos llamados a hacer lo mismo ante un sistema que intenta relegar nuestras voces a un susurro en la tormenta», señala el comunicado.
La lucha por un futuro en el que la dignidad del trabajo y de la vida sean sagradas continúa. La historia, aunque a menudo se siente cíclica, puede ser moldeada por la acción colectiva, y cada uno de nosotros, como parte de un todo, tiene el poder de marcar la diferencia. «En este nuevo aniversario de la Semana Trágica, la memoria nos desafía a movilizarnos, a organizarnos, a no permitir que la historia se repita sin que levantemos la voz. La resistencia continúa, y nuestro compromiso con el presente y el futuro es más vital que nunca», finaliza diciendo el escrito.