viernes, mayo 17

BARES HISTÓRICOS DE RECOLETA

En la ciudad de Buenos Aires, los bares han sido históricamente un lugar de paso, de tránsito, de reunión, de pausas, de prisas, de risas, de silencios. Testigos de cada momento, de cada hito histórico, de cada suceso compartido de boca en boca, en las páginas de los periódicos, en las pantallas de televisores y actualmente en nuestros celulares. Son mucho más que un servicio gastronómico, son lugares de encuentro arraigados en la identidad porteña. Cada barrio destaca, acerca y promueve sus costumbres, su ritmo particular, los rituales de sus mañanas y sus tardes. Forman parte de la escenografía de nuestra vida, donde todos tenemos una historia, un recuerdo, una nostalgia y hasta algún amor.
El libro Los Bares Notables de la Ciudad, que acaba de presentarse en la Feria del Libro, considera que estos espacios son una parte fundamental de la esencia porteña. Verdaderos bastiones de la vida cotidiana y del patrimonio cultural de esta vibrante Buenos Aires.
Sus páginas hacen un recorrido por cada barrio y por cada bar, su historia y sus anécdotas. Algunos persisten, otros han desaparecido.

En los barrios de Recoleta y Retiro destacan tres: El Café Tabac, La Biela, el Lobby Bar del Alvear Palace Hotel y el Bar Aníbal Troilo.

Ubicado en la esquina de Avenida del Libertador y Coronel Díaz desde 1969, el Café Tabac, ha sido un punto de encuentro emblemático en la vida urbana. Testigo de reuniones históricas, como la que sostuvieron el periodista y escritor Tomás Eloy Martínez con Jorge Rojas Silveyra, encargado de devolver el cuerpo de Eva Duarte a Perón, encuentro crucial para la creación de la novela «Santa Evita». A lo largo de los años ha cultivado una clientela que incluye a destacadas personalidades del hacer cultural como también figuras del mundo del fútbol. Es también un lugar conocido por su excelente coctelería y sus imperdibles ofertas de tés de Inés Berton.

Ubicada en la esquina de Quintana y Roberto M. Ortiz, cerca de la Basílica del Pilar y el Cementerio de la Recoleta, se encuentra La Biela, un icónico espacio café de Buenos Aires lleno de referencias borgeanas. A lo largo de su historia, este lugar ha pasado por diferentes denominaciones, desde La Veredita en 1850 hasta La Biela en 1942, siendo también conocido como La Biela Fundida, La Pulpería del Vasco Michelena y El Aero Bar. Esta esquina ha sido testigo de momentos clave en la historia de la ciudad, escenario de reuniones de importantes figuras del automovilismo, escritores del boom latinoamericano, artistas, empresarios y políticos. Actualmente, sigue siendo un punto de encuentro predilecto tanto para los habitantes de Buenos Aires como para los turistas que buscan sumergirse en la rica historia de la ciudad. Su ubicación privilegiada y su ambiente único hacen emblemático este lugar.

El Alvear Palace Hotel, un hotel de lujo de Buenos Aires, se encuentra en la intersección de la calle Ayacucho y la Avenida Alvear. Fue inaugurado luego de casi diez años de construcción en 1932, y desde 2003 es Patrimonio Arquitectónico e Histórico de la Ciudad de Buenos Aires. Obra de los arquitectos Valentín Brodsky, Estanislao Pirovano y de los ingenieros Escudero y Ortúzar, inspirada en el modelo impuesto por la cadena de hoteles Ritz, combinando las formas francesas del siglo XVIII con los requerimientos de confort y el equipamiento de la tecnología más avanzada de la época. La decoración estuvo a cargo de Verchere y fue finalizada por los arquitectos ingleses Charles Evans Medhurts Thomas y G. E. Harris.
El Lobby Bar del Alvear es un lugar emblemático, frecuentado por personalidades argentinas e internacionales. Un episodio curioso ocurrió con Federico Manuel Peralta Ramos, quien utilizó el dinero de la beca Guggenheim para ofrecer una cena en el Alvear a sus amigos. A pesar de la controversia, su decisión de no devolver el dinero dejó una huella en la historia del hotel.

En Paraguay, al 1500 se emplaza el bar Aníbal Troilo, que antiguamente se llamaba bar del Carmen, cambió su nombre a La Esquina de Aníbal Troilo en homenaje al famoso músico argentino conocido como “Pichuco”. Este bar, fundado por los hermanos asturianos Fernández, solía ser un lugar frecuentado por Troilo, quien pasaba largas tardes escribiendo borradores de partituras.
Durante la semana funciona como un típico bar porteño, y los fines de semana ofrece espectáculos musicales con presentaciones en vivo. Las paredes del bar están decoradas con una amplia colección de cuadros, incluyendo retratos de Troilo, fotografías del club River Plate, banderines, trofeos y dibujos. Los visitantes habituales suelen ser jóvenes, universitarios y turistas, quienes encuentran en este lugar un rincón para disfrutar de una comida en familia o simplemente tomar un café mientras escuchan música.

 

 

 

 

 

 

 

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