sábado, julio 12

«YO, ENCARNACIÓN EZCURRA» EN EL KONEX

El próximo viernes 18 de julio a las 20 horas, el Centro Cultural Konex será el escenario de la puesta «Yo, Encarnación Ezcurra», un proyecto teatral que reúne la pasión por la historia, el compromiso político y una profunda exploración del amor a través de la mirada de una de las figuras femeninas más complejas y fundamentales del siglo XIX.

La pieza, escrita por Cristina Escofet, es interpretada por Lorena Vega bajo la dirección de Andrés Bazzalo, con un acompañamiento musical en vivo que se nutre de la esencia folklórica argentina, dirigido por Agustín Flores Muñoz. Esta conjunción de elementos tiene como resultado una experiencia artística que trasciende el mero relato histórico para transformarse en una vivencia intensa y sensorial. Además de su presentación en Konex, la obra formará parte de la cartelera cultural en el Teatro Nacional de la Universidad de La Matanza (UNLaM) y en el emblemático Teatro Roma de Avellaneda durante el mes de julio.

Encarnación Ezcurra, figura femenina de una dimensión poco reconocida y frecuentemente silenciada por la historia oficial argentina, aparece en esta obra como un ser lleno de contradicciones y pasiones vibrantes. Esposa de Juan Manuel de Rosas y pieza clave en la Revolución de los Restauradores, su vida se desenvuelve en un contexto signado por conflictos políticos y sociales donde la voz de las mujeres quedaba relegada al silencio. A través de la puesta en escena, el espectador es invitado a un momento suspendido en el tiempo, un presente donde ella emerge para contar su historia en primera persona, con la autenticidad y la urgencia de quien ha vivido una existencia marcada por la lucha y el sacrificio.

La obra se distingue no solo por su contenido temático, sino también por su forma. La actuación de Lorena Vega se destaca por una entrega visceral y una presencia escénica que logra conectar profundamente con el público. La música en vivo, interpretada por Martín Miconi y Victoria Tolosa, junto a los arreglos de Sebastián Guevara, Agustín Flores Muñoz y Malena Zuelgaray, recrea un ambiente de vidalas y refalosas que transporta al espectador a la época de la llamada «Pampa bárbara», intensificando la emotividad del relato. El cuidado en el vestuario, a cargo de Adriana Dicaprio, y el diseño de iluminación por Soledad Ianni aportan una atmósfera que permite que la historia cobre vida con autenticidad y respeto histórico.

Cristina Escofet define a esta obra como la voz de una mujer que desea escucharse para ser escuchada, una mujer que entendió que nacer en estas tierras no implicaba automáticamente el derecho a la patria ni al poder político. Desde las sombras, Encarnación Ezcurra supo maniobrar con astucia, convirtiéndose en una estratega política de gran influencia en un momento en que ese espacio estaba vedado para su género. El montaje se propone derribar la cuarta pared, haciendo que el tiempo y el espacio se fusionen para generar un espacio de reflexión sobre el pasado y su conexión con las luchas presentes.

El director Andrés Bazzalo subraya la importancia de rescatar la figura de Ezcurra, largamente denostada o ignorada, y poner en valor su rol fundamental en la construcción histórica argentina. En un período marcado por la polarización entre Unitarios y Federales, guerras civiles y profundas antinomias, el personaje de Encarnación se presenta como una mirada femenina fuerte, inteligente y resiliente, capaz de sortear restricciones sociales para influir decisivamente en la política de su tiempo. Su relación con Rosas, tan intensa y compleja, se despliega en la obra a través de las cartas que ella le enviaba, revelando un amor y un compromiso político entrelazados que definen gran parte de su existencia.

La función especial en Ciudad Cultural Konex es, por tanto, una oportunidad para acercarse a un pedazo de historia argentina desde una perspectiva poco explorada, invitando al espectador a repensar las figuras femeninas en la narrativa nacional y valorarlas en su justa dimensión. «Yo, Encarnación Ezcurra» se convierte en un puente entre el pasado y el presente, una propuesta que no solo informa sino que conmueve, haciendo que lo histórico se sienta palpable, vivo y necesario para comprender nuestra identidad y las tensiones que aún nos atraviesan.

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