viernes, abril 26

LAS OLVIDADAS

por Ana Clara Pérez Cotten

La obra y la trayectoria de Silvina Bullrich, Beatriz Guido y Marta Lynch, tres escritoras argentinas que marcaron una época, vendían miles de libros y fueron reconocidas aunque denostadas en vida e injustamente ignoradas tras su muerte, son retomadas y reconocidas en el libro «Las olvidadas», de la periodista Cristina Mucci, quien repasa las biografías e invita a repensar los motivos de una operación que las borra del canon literario nacional.

Cuando se cumplió el centenario del nacimiento de Beatriz Guido, se actualizó el interrogante: ¿Por qué su obra ya no circula de forma masiva entre los lectores? ¿Por qué estas autoras -protagonistas del boom de la literatura argentina que creció al resguardo del boom latinoamericano y que tuvieron el espaldarazo del auge de la industria editorial y del cine nacional entre los 60 y mediados de los 80- no reciben hoy un reconocimiento que haga justicia a esa trayectoria?

«Espero que no sea cancelación. La reedición de algunos de sus libros en el futuro nos va a permitir evaluar hasta qué punto pesa más lo anecdótico que la obra», sostiene Mucci para dar cuenta de un olvido que todavía no fue reparado, como sí ocurrió, al menos en parte, con Silvina Ocampo, Sara Gallardo o Elvira Orphée.

Reunidas en una edición actualizada de Sudamericana, las biografías de las autoras que Mucci publicó por primera vez hace más de veinte años tienen absoluta vigencia en una escena literaria muy marcada por los logros y el reconocimiento que consiguieron muchas autoras contemporáneas.

«Las olvidadas» logra hacer una lectura comparativa de las tres figuras en su contexto y su época y por eso en gran medida es una biografía colectiva de un grupo y un momento de la historia nacional, entre el frondizismo y los años de la apertura democrática.

«Las tres formaron un trío mediático de enorme presencia. El `trío más mentado´ -como las llamó el periodista Bernardo Neustad, otra estrella mediática de la época- era convocado para opinar absolutamente sobre todo, porque más allá de la audacia de sus respectivas obras, tuvieron una habilidad que ninguna escritora logró tener después: superaron lo literario y se convirtieron en personajes. Se hicieron esa fama de transgresoras que las acompañaría siempre», sostiene Mucci en el prólogo del libro para describir qué es lo que oculta ese manto de olvido.

Cuando la autora recupera a Marta Lynch aborda los vaivenes políticos, el éxito, el enorme espacio público que detentaban algunos escritores de su época, la situación de la mujer, el envejecimiento, las cirugías plásticas e incluso su final: el suicidio.

Beatriz Guido «representó a una gran porción de esa clase media a la que Arturo Jauretche ridiculizó como `medio pelo´» con una fama potenciada por la unión personal y profesional con Leopoldo Torre Nilsson.

Y Silvina Bullrich, con quien Mucci llegó a conversar, «la escritora argentina más exitosa, la que obtuvo más fama y la que más libros vendió» y que, con las bases del modelo del best seller norteamericano, llegó a publicar un libro por año. ¿Sus temas? Los pisos de Barrio Norte, las estancias, las herencias, lo difícil de ser una mujer profesional por entonces y las traiciones familiares.

«Era agresiva, egoísta, en ocasiones desagradable y mucha gente no la quería. Pero también fue valiente y en cierta forma, feminista», la describe Mucci.

Las obras del «trío más mentado», que tuvieron niveles de venta extraordinarios son ahora inhallables. Hubo apenas una suerte de rescate que empezó en 2001, cuando Ricardo Piglia seleccionó la novela «Fin de fiesta», de Beatriz Guido, para una colección de clásicos de la literatura argentina que editó el diario Clarín. Más adelante, en 2011, Gabriela Massuh publicó «Teléfono ocupado», de Silvina Bullrich, en Mardulce. Y en 2019, María Teresa Andruetto publicó «Informe bajo llave», de Marta Lynch, en la Editorial Universitaria de Villa María, Córdoba. «Seguramente, las razones de este olvido son más ideológicas que literarias», sostiene Mucci.

Massuh, autora de las novelas «La intemperie», «La omisión» y «Desmonte» y responsable de publicar, a principio de siglo, «Teléfono ocupado». «En aquel momento trabajaba junto a Damián Tabarovsky. Y él buscaba en aquel entonces rescatar gustos populares que tuvieron una modalidad del estilo camp. Leímos `Teléfono ocupado´ gracias a José Miguel Onaindia que conocía mucho al hijo de Silvina, muy reacio a ceder los derechos. Recuerdo que nos costó una locura convencerlo de publicar esa novelita que genera ese asombro tan particular de películas de los 40, con ese tono tan de las copas de champagne», recuerda sobre aquel proyecto que buscaba revivir la obra de Silvina Bullrich.

Massuh también cree que pesa un manto de olvido sobre ellas y, según su mirada, obedece a que en los 70 «lo popular cayó en desgracia». «En aquel momento se dio una operación que dividía lo popular de lo literario. Y ellas eran autoras que, ante todo, vendían bien, en un contexto social muy marcado por el cine. Esa capacidad y llegada que tenían al gran público se estigmatizó», analiza. Pero cree que también pesa un componente «de clase»: «Eran señoras bien, de clase alta y antiperonistas. El argentino culturoso, por llamarlo de alguna forma, no perdona eso. Es como un estigma que recae sobre ellas, pero estoy segura de que en algún momento van a recuperar ese lugar que hoy se les niega», asevera.

¿Son Bullrich, Guido y Lynch parte de una tradición en la que las nuevas generaciones pueden encontrar puntos de contacto y reflejarse? «No creo que haya un hilo que las una o una tradición con las autoras más actuales. Creo que las búsquedas de hoy son otras», sostiene Mucci.

Massuh, en cambio, sí encuentra una suerte de hilo conductor entre aquellas autoras hoy olvidadas y la generación actual que por un lado logran premios literarios de renombre internacional y que, por el otro, son reconocidas por los lectores a nivel masivo. «Creo que históricamente, Claudia Piñeiro contribuye a revalorizarlas con su literatura. Ella tiene una novela, `Elena sabe´, que podría decirse que es para pocos, un texto más complicado. Pero el resto de sus libros están pensados para el gran público lector. Por eso su literatura también se adapta al cine y a la televisión. Veo en su carrera un eco de aquello que hacían Lynch, Bullrich y Guido. Un gran aporte al consumo cultural popular y nacional».

Fuente:Télam

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *