sábado, abril 27

LA EXCEPCIÓN COMO REGLA

VENTA MASIVA DE TIERRAS PÚBLICAS EN CABA

Parte 4

por Proyectar Ciudad

Mientras que para el Estado de la Ciudad la política de ventas y concesiones no ha sido una decisión acertada desde una perspectiva financiera, el mayor perjuicio excede lo comercial. Con la privatización de tierras se pierden bienes irrecuperables, que resultan necesarios para desarrollar políticas públicas y que, además, son un recurso escaso para una Ciudad que hace largo tiempo ya se ha extendido hasta alcanzar sus límites territoriales.
Los problemas de esta política están a la vista. Durante la era Cambiemos el precio del metro cuadrado se ha incrementado en exceso por encima de los salarios sin que haya políticas de compensación de esta tendencia, lo cual ha interpuesto grandes obstáculos para el acceso a la vivienda de los porteños y las porteñas. Este deterioro en las condiciones habitacionales es generalizado y afecta tanto a sectores medios como a sectores vulnerables: en los últimos doce años, la Ciudad aumentó su proporción de hogares inquilinos del 27% al 35%, su población en villas creció un 85%, hay más de 7.000 personas en situación de calle y casi 50.000 familias que viven en hoteles pensión bajo condiciones de precariedad y riesgo. Como lo muestra un reciente cálculo del déficit de vivienda, se requieren 350.000 soluciones de vivienda de diverso tipo para enfrentar la emergencia habitacional en la Ciudad.
La política de vivienda no agota la variedad de políticas públicas que podrían implementarse en los terrenos que la Ciudad está liquidando a mal precio y a paso acelerado. La tierra, recurso escaso para la Ciudad de Buenos Aires, es un requisito para desplegar políticas destinadas a revertir diversas problemáticas, como el déficit crónico de vacantes en escuelas públicas, la falta de instituciones de cuidados con perspectiva para el envejecimiento activo, la desigual distribución territorial de los establecimientos culturales y el insuficiente acceso a la salud pública, en especial en el primer nivel de atención y en el sur de la Ciudad.
La indiferencia que la política de venta de tierras presenta ante esas necesidades es doblemente costosa. Además de resignar inmuebles donde podrían implementarse iniciativas públicas, comunitarias o privadas con interés social, se estimula la especulación inmobiliaria que agrava la presión sobre el precio del suelo urbano. Finalmente, esta política errada resulta muy difícil de revertir: una vez que la tierra se vendió y los empresarios inmobiliarios construyeron en ella, restituirla para un uso público se vuelve una misión prácticamente imposible. La liquidación de tierras, privatización privilegiada del siglo XXI, muestra así efectos más graves que las ya conocidas liquidaciones de empresas públicas de la década de 1990. Como las segundas partes de las películas, las privatizaciones de tierras también son las peores.

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