jueves, abril 25

INTENTAN RECUPERAR «EL MOLINO»

Una cátedra de la Facultad de Arquitectura de la UBA realizará el martes próximo una intervención y clase pública en defensa de la tradicional Confitería El Molino, ícono de la vida política del siglo pasado y de enorme valor patrimonial, que permanece abandonado desde hace 16 años por pleitos judiciales.
El edificio, situado en la céntrica esquina de Rivadavia y Callao -frente al Congreso Nacional-, es único en el estilo arquitectónico «Art Nouveau» y, pese a estar protegido por leyes nacionales y porteñas, «su estrucura se deteriora día a día por falta de mantenimiento», dijo Martín Marcos, titular de la Cátedra de Introducción a la Arquitectura Contemporánea de la UBA.
Marcos es el que impulsa esta «movilización situacionista que busca poner alarma, poner un grito para despertar a la sociedad y al Estado sobre cómo se arrumba cada día más un edificio que es un emblema histórico y representante más fiel del estilo vanguadista del siglo 19».
El arquitecto destacó que la cúpula de la Confitería «es extremadamente valiosa desde el punto de vista estilístico y hoy está llena de palomas, murciélagos y ratas. Arquitectos de todo el mundo no pueden creer que teniendo un edificio de semejante valor patrimonial se lo deje deteriorar de este modo».
La convocatoria es hoy a las 19 y se pidió a todos los que asistan que lo hagan con una taza de té o pocillo de café y una cuchara, que dejarán colgada tras el acto de las vallas que rodea la fachada a modo de «llamada de atención a todos los políticos y el público sobre esta emergencia».
Marcos también realizará en el lugar una clase pública sobre el valor de la Confitería y la importancia de tomar conciencia para recuperarla.
En esta movida estarán además, alrededor de 150 estudiantes y docentes, así como destacados representantes de la arquitectura local.
«Buscamos generar una alarma y una demanda para sacar de su letargo a la sociedad y hacerla reaccionar frente a esta situación, ya que no alcanza con intervenir la fachada y ponerle una tapia a la planta baja. Para eso vamos a colgar tazas vacías, para que el público y los políticos que salen del Congreso presten más atención», dijo el profesor.
El Molino acompañó desde 1917 la vida intelectual, política y social de la Argentina. Personalidades como Alfredo Palacios, Lisandro de la Torre, Leopoldo Lugones, Carlos Gardel, Oliverio Girondo, Roberto Arlt y las jóvenes Niní Marshall, Libertad Lamarque y Eva Perón pasaron por sus elegantes mesas.
El proyecto de la Confitería fue obra del arquitecto Francisco Gianotti y posee una cúpula y aguja de 65 metros de altura, una marquesina metálica, refinados vitraux italianos, por lo que su estilo la transforma «en una verdadera joya de la arquitectura mundial», detalló Marcos.
Desde 1997, año de su cierre, el edificio fue declarado monumento histórico nacional por ley del Congreso Nacional, área de protección histórica por el gobierno porteño y edificio catalogado de alto valor patrimonial
«Pero tantos cuidados lo terminaron ahogando ya que finalizó atrapado en una telaraña judicial que discurre por pleitos por quiebra y por la disputa de la sucesión de su dueño original Cayetano Brenna», indicó Marcos.
Precisó además que «también naufragaron varios proyectos de ley que proponían la expropiación y el edificio sigue deteriorándose desde hace 16 años».
«Evidentemente para una verdadera protección no alcanza con salvar su fachada sino que un privado ponga dinero para preservarlo, tal como se hizo con el Teatro Colón», destacó el arquitecto.
Indicó que la recuperación del emblemático e histórico edificio «está íntimamente relacionada con nuestro trabajo, con nuestra capacidad de generar riqueza y actividad económica; pero también con la memoria, la cultura y el patrimonio de todos los argentinos».

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