jueves, marzo 28

TODES SOMOS ANIMALES

La Legislatura porteña sancionó una ley que crea en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires un Sistema Único de base de datos de animales domésticos de compañía extraviados y/o hallados en la vía pública.
El capítulo «Protección y Cuidado de los Animales Domésticos» fue incorporado como un nuevo título al controvertido Código Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires aprobado a fines del año pasado. Se trata de una serie de puniciones monetarias y/o trabajos comunitarios aplicables a  quienes maltraten a animales domésticos o los abandonen en la vía publica.
La iniciativa de la alianza Larreta-Carrió (Vamos Juntos), fue rubricada por los y las ediles Daniel Presti, Francisco Quintana, Sergio Abrevaya, Maximiliano Ferrarro, Agustín Forchieri, Diego Garcia Vilas, Cristina García, Victoria Roldán Méndez y Claudio Romero, quienes tras pasarlo por las comisiones de Justicia y de Asuntos Constitucionales, lo bajaron al recinto para su aprobación. El jueves 27 de junio, la ley se sancionó sin debate, con 41 votos afirmativos de Vamos Juntos, Evolución y Gen y 15 abstenciones de Unidad Ciudadana, Bloque Peronista y los diputados de la Izquierda.

El precio del amor animal
En materia monetaria, la normativa incorporada al new Código Contravencional porteño sanciona a todas aquellas personas que abandonen un animal doméstico en espacios públicos o lugares privados de acceso público con multas de entre $ 6.320 y $ 42.800. También aplica penas de 3 a 5 días de trabajo obligado en tareas de utilidad pública a quienes cometan algún tipo de estas infracciones.
El sistema de multas en la Ciudad se calcula en unidades fijas (UF), cada una de las cuales equivale al valor de medio litro de nafta del mayor octanaje. Hoy cada UF cuesta $21,40.- y vale recordar que el precio de la nafta se actualizará nuevamente en julio. De manera que las multas estipuladas varían de 1.000 a 2.000 UF.

Estas sanciones se aplicarán cuando el cuidador responsable de un animal cometa infracciones tales como no alimentarlo adecuadamente, no preservar su salud, maltratarlo, exponerlo a su vulnerabilidad, integridad física o brindarle un alojamiento inapropiado.
Esta misma apreciación se podría hacer respecto a la miles de personas que, por estos húmedos y fríos días de junio, viven en situación de calle, muchas veces arropados por el calor de animales de compañía. Aunque si nos restringimos a la letra de la normativa, los derechos de unos y otros estarían siendo ferozmente vulnerados.

Londres, New York o tal vez París
Los ediles porteños que representan al oficialismo y los que se lían con éste, se identifican mejor con los estándares de vida del primer mundo que con la cruenta realidad que atraviesa nuestro país. De manera que para redactar esta ley recurrieron a la jurisprudencia de esos países civilizados. En la normativa condenan, entre otras cosas, el menoscabo que se hace de ciertos animales tiñéndoles el pelo, pintándolos, o realizando prácticas que afectan su salud.
Si bien lo expuesto es lógico y aceptable, no debería dejar de considerase algunas particularidades respecto a los animales que conviven con personas en situación de calle -como sucede en esta parte del tercer mundo-, de manera que las prioridades deberían estar puestas en el derecho de las personas a acceder a una vivienda digna que le garantice una subsistencia saludable tanto a las personas como a los animales.

La alcancía de la Ciudad
En nuestro país, desde el año 1954 existe una ley que condena con prisión de quince días a un año a las personas que maltraten o hagan víctimas de actos de crueldad a los animales. El problema de esta norma es que no prevé la aplicación de gravamen monetario. Por esta razón el conglomerado de ediles oficialistas y sus aliados resolvieron incorporar al new Código Contravencional la aplicación de sanciones en forma de multa.

Una Ley donde todos somos animales
A los efectos legales, todos los ciudadanos porteños deberíamos considerarnos animales domésticos según la definición sugerida en la letra de la ley: «se considera animal domestico a todo animal de compañía que por sus características evolutivas y de comportamiento pueda convivir con el ser humano en un ambiente doméstico, recibiendo de su cuidador responsable atención, protección, vivienda, alimento y cuidados sanitarios». En tanto que se define como recaudo de cuidado responsable «el sustento de la salud integral del animal».

También la Ley enumera las sanciones y penalidades aplicables para aquellos cuidadores responsables que:
–  Omita recaudos de cuidado respecto de un animal a cargo, y siempre que la conducta no implique delito, es sancionado/a con 3 a 5 días de trabajo de utilidad pública y/o multa de trescientas 300 a 1.000 UF.
– Abandone un animal doméstico en espacios públicos, en lugares privados de acceso público o si fuese en ocasión de la intervención de una entidad pública de Zoonosis, será sancionado con multa de 3 a 5 días de trabajo de utilidad pública y/o multa de 1.000 a 2.000 UF.
– Mantenga animales domésticos en instalaciones o en espacios inadecuados respecto a su bienestar, afectando su salud, higiene o esparcimiento, y siempre que la conducta no implique delito, es sancionado/a con 3 a 5 días de trabajo de utilidad pública y/o multa de quinientas 500 a 1.000 UF.
– Menoscabe la integridad de un animal doméstico ya sea por pintarlo, teñirle el pelo o cualquier otro acto que pueda provocar un perjuicio para su salud física o psíquica exponiéndolo a una situación de vulnerabilidad, y siempre que la conducta no implique y/o multa de 300 a 1.000 UF».

Funcionarios responsables
Ninguna persona puede no sentirse identificada con la letra de esta Ley. Es más, si todos estos deberes y obligaciones conminaran a los funcionarios del Gobierno de la Ciudad, en su calidad de cuidadores responsables respecto a sus gobernados, a garantizar nuestros derechos ciudadanos, en la Ciudad se podría, por ejemplo, ejecutar planes de vivienda social, mantener un hospital veterinario, tener escuelas en condiciones dignas, hospitales  y centros sanitarios equipados. De manera que tanto animales como humanos accederíamos a ese valor tan preciado que es el buen vivir, el mismo que sentencia el falso eslogan: Vivir mejor es Ley.

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