domingo, junio 1

«SIN CIENCIA NO HAY FUTURO»

La comunidad científica en Argentina atraviesa una crisis profunda, marcada por recortes presupuestarios, salarios depreciados y una falta de recursos para la investigación. En respuesta a esta situación, miles de investigadores, científicos y becarios del CONICET se movilizaron este miércoles en el Polo Científico y Tecnológico de Palermo para protestar contra el desfinanciamiento del sector.

Organizada por la Mesa Federal por la Ciencia y la Tecnología y la Red de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología (RAICyT), esta protesta tuvo una impronta visual inspirada en El Eternauta, con manifestantes vestidos con delantales, trajes de buzo y máscaras, simbolizando la «nieve tóxica» del ajuste presupuestario. Las consignas más repetidas fueron «No al cientificidio», «Nadie se salva solo» y «Sin ciencia no hay futuro», reflejando la preocupación por el impacto de los recortes en el desarrollo del país.

El ajuste llevado a cabo por parte de las autoridades nacionales se traduce en una caída del 24,9% en el presupuesto destinado a ciencia y tecnología para 2025, alcanzando apenas el 0,153% del PBI. Además, ha bloqueado ingresos al CONICET y reducido en más de un 40% las becas y sueldos del sistema científico, dejando a muchos investigadores en una situación económica precaria. La movilización no solo se propuso visibilizar estos problemas, sino también generar conciencia sobre las consecuencias a largo plazo de la falta de inversión en ciencia y tecnología.

La manifestación de la comunidad científica argentina, o lo que queda de ella, contó con la participación de universidades, organizaciones sociales y distintos sectores de la sociedad, que alertaron sobre el riesgo de perder décadas de avances científicos y tecnológicos debido a la falta de apoyo gubernamental. La comunidad científica argentina enfrenta un desafío crucial: resistir el desmantelamiento del sistema y defender el conocimiento como un pilar fundamental para el desarrollo del país.

Las distintas crisis por las que ha atravesado el sistema científico argentino históricamente han contribuido tanto a la erosión del mismo como al estancamiento del desarrollo científico- tecnológico. La escasa inversión y los constantes recortes presupuestarios propician la denominada fuga de cerebros, con numerosos investigadores emigrando en busca de mejores oportunidades. Este contexto afecta gravemente la educación universitaria, clave en la producción científica del país, ya que más del 70% de estos profesionales proviene de las universidades nacionales. En tanto que la disminución de fondos limita la innovación y el desarrollo tecnológico, impactando sectores esenciales como la salud, la industria y la agricultura. En paralelo se agudiza la dependencia tecnológica, lo que pone en riesgo la autonomía nacional en áreas estratégicas, al tiempo que aumentan la precarización laboral y el desempleo entre científicos debido a la cancelación de programas y becas. Por último, la paralización de proyectos fagocita la pérdida del conocimiento acumulado y pone en peligro el progreso científico vital para el crecimiento del país.

Desde el año pasado, la comunidad científica viene alertando sobre el riesgo de consecuencias irreversibles si no se adoptan medidas urgentes para revertir el desfinanciamiento y garantizar la continuidad de la investigación.

Entre las propuestas para afrontar la crisis que afecta al sistema científico nacional destaca el restablecimiento del financiamiento, a fin de garantizar un presupuesto adecuado a través de un porcentaje del Producto Bruto Interno (PBI) que permita sostener la investigación y evitar la fuga de cerebros. También se impulsaron proyectos legislativos orientados a proteger la inversión en ciencia y evitar futuros recortes presupuestarios en universidades y organismos científicos. También se propone hacer una revisión de las políticas de contratación para facilitar el ingreso de nuevos investigadores al CONICET y mejorar las condiciones laborales, con el fin de combatir la precarización en el sector científico.

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