viernes, abril 19

MIGRACIONES

La mayoría de los nuevos migrantes regionales que residen en Argentina regularizaron su situación legal, no desplazan laboralmente a los nativos y presentan índices de detención superiores a los nacionales, revela el libro «El impacto de las migraciones en Argentina en el inicio del siglo XXI».

El estudio fue realizado por la Organización Internacional de la Migraciones (OIM), a solicitud de la Dirección Nacional de Migraciones (DNM) y se presentará el miércoles 25 de julio a las 18hs., en en Carlos Pellegrini 1289.

En seis capítulos analiza el panorama de las principales migraciones sudamericanas a la Argentina en la última década, incluyendo las acciones de regularización migratoria.

También, la inserción de esos migrantes en el mercado laboral, sobre todo en el sector hortícola y de la construcción, y brinda indicios sobre el acceso a servicios de salud y educación en la ciudad de Buenos Aires, como también del impacto de las migraciones en la criminalidad.

En el primer capítulo contextualiza el panorama de las migraciones regionales, que según el último censo, representan el 4,5 % de la población, siendo las comunidades paraguayas, bolivianas y, en menor medida, peruanas, las que muestran una mayor vitalidad por su persistencia y crecimiento.

Estas colectividades se han concentrado mayoritariamente en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

«La mayoría de los nuevos migrantes se encuentran en situación regular» asegura el libro. La afirmación se basa en que entre 2004 -año que entró en vigencia el nuevo marco normativo migratorio- y 2010 se otorgaron 508.737 residencias definitivas, con un promedio anual de más de 100.000.

En el segundo capítulo afirma que la presencia de trabajadores inmigrantes «no incide en el nivel de desocupación de los nativos, ya que no se han evidenciado situaciones de desplazamiento o competencia con éstos».

La situación laboral se encuadra en una realidad donde «el empleo y subempleo son bajos» sumado a la «acertada política migratoria» que posibilita una situación de igualdad entre nativos y migrantes.

El impacto de esta política «quedó evidenciado a partir de 2007, cuando se advierte un aumento importante del empleo formal, una caída significativa del empleo no registrado y un persistente mejoramiento de las condiciones laborales de estos inmigrantes», explica el estudio de OIM.

En las siguientes secciones, la publicación indaga sobre el impacto de la migración en la horticultura en fresco y en la construcción.

Asegura que la migración boliviana «ha alcanzado una alta capacidad y eficiencia en la producción y comercialización de hortalizas en fresco, logrando construir territorios productivos en áreas donde éstos no existían».

También han levantado mercados «de distribución mayorista propios, compitiendo a la par de los mercados de distribución tradicionales».

Al respecto, el estudio constata que esos inmigrantes «han venido a solucionar un problema de escasez secular de mano de obra que padeció siempre la horticultura en fresco en la Argentina, y han incidido fuertemente en un aumento de la oferta de productos para el consumo de la población».

En relación al rubro de la construcción, donde la migración paraguaya es la mas significativa, el libro observa que los trabajadores inmigrantes «complementan y no sustituyen a los trabajadores locales, generando un impacto positivo en la sociedad argentina».

En el apartado sobre el uso de servicios educativos y de salud en la ciudad de Buenos Aires, la investigación revela que los nacidos en países limítrofes y en Perú «realizan consultas médicas con menor frecuencia que el resto de los habitantes de la ciudad».

Sobre la escolaridad, la indagación muestra que la misma cae a partir de los 18 años, que en todas las edades los varones asisten en mayor proporción que las mujeres y que entre los mayores de 24 años, es casi nula. El impacto de la migración en los índices de criminalidad y concluye que los inmigrantes de países de la región «presentan índices de detención superiores a los nacionales».

Esta situación se explica «a partir de las prácticas de discriminación que se ejercen sobre estos grupos, cristalizada en una mayor vigilancia y control de los mismos y, como consecuencia, en mayores detenciones y posteriores procesamientos, condenas y encarcelamientos».

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