lunes, octubre 14

HERMAN@S DE CALLE

Jóvenes en situación de calle, que terminaron la escuela primaria en la escuela Isauro Arancibia, del barrio porteño de San Telmo conformaron una organización para recuperar sus derechos y poder tener un trabajo y una vivienda digna.
«Susana Reyes, directora del Isauro, que estuvo detenidas durante la dictadura, nos contó que la gente que murió luchaba por lo mismo que hoy luchamos nosotros, por cambiar lo que le parecía injusto en la sociedad», dijo Juan Carlos, un joven de 24 años que desde hace más de diez años vive en situación de calle.
Cobijados por la institución educativa, los jóvenes del instituto dieron hace unos meses el paso inicial al considerar que tienen que «luchar por lo que queremos para nuestro futuro porque nosotros estamos en la calle y eso no es bueno para nadie», sostuvo el joven.
Así comenzaron las primeras reuniones de «Herman@s de calle», que se realizan todos los miércoles a las 16 en el Isauro, Paseo Colón 1318, en las que «contamos qué nos pasa a cada uno, vemos si a alguien le pegó la policía, o si nos tiraron las cosas, y pensamos qué necesitamos, que no queremos ir a paradores, que queremos recuperar nuestras familia, salir de la calle», aseguró Juan Carlos.
Fabián, otro de los estudiantes del Isauro y miembro de la incipiente organización, dijo que «la gente mayor que está en calle tiene más problemas que nosotros porque no puede conseguir trabajo, nosotros dentro de todo nos las rebuscamos».
«Sin embargo, también nos topamos con el problema de no tener una dirección o un teléfono que poner cuando buscamos laburo, y si ponés que estás en calle no te toma nadie, entonces es una cadena», contó.
Pese a estar dando sus primeros pasos colectivos, todos los integrante de Herman@s pasaron por experiencias comunes y tienen posiciones bien definidas ante, por ejemplo, cómo debe trabajarse la problemática de calle.
«Los paradores no nos sirven, la palabra misma te lo dice, uno para ahí pero durante el día volvés a la calle. Además, muchas veces tenemos que dormir en colchones sobre el piso y ahí hay mucha humedad y te hace re mal», explicó Fabián.
Juan Carlos consideró que la situación «no se soluciona cargándote en una camioneta y llevándote a un parador o un hogar y me desligo; hay que trabajar con cada familia, ver cuál es su problema, por qué está en calle y tratar de solucionar si hay un problema adentro de la familia».
Provenientes de diferentes ranchadas, espacios en situación de calle donde varias personas subsisten juntas, la propuesta de terminar la primaria en el Isauro llegó a la mayoría de ellos a través del Centro de Atención Integral a la Niñez y Adolescencia (CAINA), ubicado en la misma manzana donde hoy se encuentra la institución.
«Nos enteramos en el CAINA y acá estamos, tratando de salir adelante, no sólo venimos a la escuela, sino que muchos hacemos talleres», dijo por su parte Martín.
El joven señaló que lo que desean es «una rutina como tiene cualquier persona, poder decir `al fin llegué a mi casa` me doy un baño, me preparo algo para comer y me voy a dormir para levantarme para ir a laburar al día siguiente», dijo por su parte Martín.
Verónica tiene 36 años, vive en la calle desde los 9 y es la única del grupo presente que tiene hijos: «Una vuelta llamé al 108 para pedir una frazada y me cayó el 102 que me quería sacar a los chicos, entonces yo tomé la decisión de llevar a los más pequeños con mi hijo más grande a Provincia y me quedé acá sola, yo no puedo volver porque tengo problemas con mi familia», relató.
Con el objetivo a largo plazo de que no haya «ni un pibe más en la calle», y más allá de ocuparse de los problemas personales que van surgiendo, la organización se encuentra armando un proyecto de biblioteca ambulante.
«La idea es ir a las ranchadas, leerle unos cuentos a los más pibitos, compartir unas viandas e invitarlos a la escuela para que puedan estudiar y se sumen porque cuanto más seamos, más fuerza tendremos», sostuvo Juan Carlos.

Fuente: Télam

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