viernes, abril 19

EL DELEGADO

por Germán Ibañez

El 9 de noviembre de 1971 el general Perón designó a Héctor J. Cámpora como su delegado político, en reemplazo de Jorge Paladino quien, según expresiones de aquellos días, habría sido demasiado complaciente con el presidente de facto Alejandro Lanusse y de esa manera obraría como un representante de la dictadura ante

Perón y no a la inversa. Cámpora será el último delegado de Perón, una saga iniciada por John W. Cooke, y tendrá la responsabilidad de pilotear asuntos tan riesgosos como el retorno a la Argentina del viejo Líder, la campaña electoral del año 1973, y, sobre todo, la candidatura del FREJULI con la consigna «Cámpora al gobierno, Perón al poder».

Se asistía al desmoronamiento de la dictadura militar iniciada en 1966 por el general retirado Juan Carlos Onganía. Un poderoso movimiento de protesta social y política, de contenido antidictatorial, venía jaqueando al régimen desde las jornadas del Cordobazo de mayo de 1969.

Al mismo tiempo, se afianzaba la presencia de las organizaciones guerrilleras que, en el contexto de la dictadura de Lanusse, crecían en capacidad operativa y apoyo social. En ese marco, el gobierno militar había lanzado la propuesta del Gran Acuerdo Nacional con el fin de asegurar una transición «ordenada» a la democracia, con el concurso de los principales partidos políticos (incluyendo al peronismo), y la exclusión de las fracciones radicalizadas del movimiento popular y la insurgencia, a los cuales los militares se proponían seguir combatiendo. Para lograr el éxito de esta política, el acuerdo con Perón era imprescindible. El viejo Líder se desmarcará de la propuesta lanusista, apoyando a la lucha antidictatorial, dialogando con la oposición civil, y recuperando peso en el propio peronismo.

En este marco hay que comprender la designación de Héctor Cámpora, claramente leal a Perón. De importante trayectoria en el movimiento, Cámpora había presidido la Cámara de Diputados durante los años del primer peronismo, fue uno de los protagonistas de la legendaria fuga a Chile en 1956, junto a Cooke y Patricio Kelly.

Ahora capitalizaba su figura de leal, jugando un importante rol en la articulación del heterogéneo peronismo de principios de la década del `70, y asumiendo las directivas del general, orientadas a ganar de mano al lanusismo en la reapertura del calendario electoral y asegurar el propio retorno del Líder a la Argentina.

  Se encaró una fuerte agenda política, que incluyó el espacio político conocido como la «Hora del Pueblo», y finalmente el armado de la coalición electoral Frente Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI). Con la proscripción que Lanusse logra imponer a la candidatura de Juan Perón, se comienza a delinear una arriesgada apuesta política: la candidatura de Cámpora a la presidencia, acompañado por un extrapartidario, Vicente Solano Lima. Todo el prestigio de Perón, y su capacidad política, así como los esfuerzos del propio Cámpora llevaron a la consagración de dicha fórmula, venciendo no pocas resistencias internas. Ese será el camino que llevará al delegado ungido el 9 de noviembre de 1971 a convertirse en el presidente electo en marzo de 1973. Será recordado afectuosamente por los jóvenes militantes de entonces como «el Tío».

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