martes, abril 16

EL PALACIO LEGISLATIVO

por Valeria Azerrat
Ubicado en el centro histórico de la Ciudad de Buenos Aires, el edificio del Palacio Legislativo, que atesora algunos de los pasajes más importantes de la vida institucional del país y representa una de las construcciones más elegantes por su estilo arquitectónico, cumple  85 años.
Inaugurado el 3 de octubre de 1931, el proyecto del Palacio Legislativo estuvo a cargo del arquitecto Héctor Ayerza, entre las calles Hipólito Yrigoyen, Diagonal Sur y Perú.
La fachada del edificio es de estilo academicista francés y cuenta con esculturas monumentales en sus laterales, cada una de las cuales simboliza una actividad propia de la Ciudad: el comercio, la industria, las artes y la justicia, entre otras.
La estructura conforma un triángulo en el que se destaca a simple vista la torre, que alcanza a los 97 metros de altura y que alberga un reloj Westminster que está conectado a cinco campanas: La Santa María, La Pinta, La Niña, La Porteña y La Argentina.
Además, la torre tiene un «carrillón», un conjunto de 30 campanas, cada una de las cuales lleva grabada el escudo municipal, y que es ejecutado desde una consola de madera que tiene adelante un teclado de piano con 30 notas musicales.
La sede cuenta con siete pisos, un subsuelo y una planta baja que es considerada el corazón del edificio ya que allí se encuentra el recinto, donde cada jueves sesionan los diputados, y que exhibe en su forma de hemiciclo un sector principal destinado a los legisladores y otro asignado a los asesores, periodistas y el público.
Pero sin dudas uno de los ambientes más elegantes que tiene el Palacio está en su planta principal, a donde se accede por una «Escalera de Honor», construida en mármol boticcino, hasta dar con el Hall de Honor, donde se observa una cúpula que descansa sobre ocho columnas de Atlantes.
Hacia un lado está el salón Dorado, inspirado en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, totalmente revestido de cedro pintado, con ornamentos dorados, un espacio central rodeado por ocho columnas, una gran mesa tallada sobre nogal de Italia, sillones y butacas estilo francés Luis XIV y Luis XV y un techo del que cuelgan seis arañas con 45 velas cada una.
Además, lindante a este espacio hay un pequeño ambiente con pisos y paredes totalmente revestidos en mármol que fue utilizado como vestidor y guardarropa de Evita cuando presidía la Fundación. Durante décadas ese lugar permaneció cerrado hasta que hace poco tiempo fue recuperado y abierto al público.
Frente al Dorado, se destaca el salón San Martín que si bien revela una decoración mucho más austera que el anterior espacio, cuenta con una gran carga simbólica ya que está presidido por un escudo de piedra caliza proveniente de la Cordillera de los Andes con un altorrelieve con la figura del general montado a su caballo.

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