jueves, marzo 28

CELEBRACIÓN DEL CARNAVAL PORTEÑO EN AVENIDA DE MAYO

La emblemática avenida de Mayo será sede de una de las tradicionales celebraciones barriales del Carnaval Porteño en la emblemática Avenida de Mayo, para lo cual el Gobierno de la Ciudad, a través de la cartera de Cultura ha organizado: murgas, Fiesta Bresh, show infantil y un gran cierre musical a cargo de El Polaco.

“El carnaval porteño es parte de nuestra identidad y es una alegría poder celebrarlo a lo largo de todo el mes en los distintos barrios de la Ciudad. Nos espera además un gran show central en la emblemática Avenida de Mayo con actividades para toda la familia”, destacó el ministro de Cultura de la Ciudad, Enrique Avogadro.

Luego de dos ediciones adaptadas al contexto sanitario, este año el Carnaval Porteño se reencontró con su público en calles, anfiteatros y plazas para festejar esta tradición cultural en su formato habitual. Hasta fin de mes, sábados y domingos, vecinos y vecinas han disfrutado en familia de la gran celebración de cada barrio asistiendo a espectáculos murgueros de música y baile en más de 30 corsos definidos junto a la comunidad de Carnaval.

El martes 21, la Dirección General de Promoción del Libro, las Bibliotecas y la Cultura del Ministerio de Cultura de la Ciudad, organizó una celebración especial al aire libre en la histórica Avenida de Mayo, que se desarrollará de 15 a 22 horas en esta arteria, entre las calles Bolívar y Carlos Pellegrini.

En 2023 este evento, que el año pasado, convocó a más de 80.000 vecinos y vecinas, contará con la presentación en vivo de murgas históricas de diferentes barrios porteños: Los Amantes de La Boca, Los Chiflados de Boedo, Los Dioses de La Paternal y Los Caprichosos de Mataderos. Además habrá un show infantil a cargo de Koufequin, un DJ set de la Fiesta Bresh y un cierre musical a cargo del reconocido cantante de cumbia El Polaco. Además habrá clases de murga, stands de maquillaje artístico, venta de espuma y un patio gastronómico.

“Estamos orgullosos de poder acompañar nuevamente esta celebración cultural e identitaria que tiene más de cien años de tradición en nuestra Ciudad. Para nosotros es fundamental apoyar y promover el Carnaval, una tradición popular que es parte de nuestra historia y que además cumple un rol fundamental para la comunidad y en los barrios porteños durante todo el año”, explicó la Directora General de Promoción del Libro, las Bibliotecas y la Cultura, Carla Artunduaga.

La funcionaria recordó, también, que el Carnaval Porteño es una celebración histórica e identitaria, «símbolo de nuestra cultura y un espacio de encuentro e igualdad para la ciudadanía».

En este sentido, ás allá del desarrollo central que se realiza cada febrero, la comunidad murguera cumple una función social muy importante en los barrios durante todo el año, forjando lazos comunitarios de sostén y acompañamiento en distintos territorios de la Ciudad. Es así que mediante distintas propuestas recreativas como ensayos, talleres y funciones, entre otras, incentiva la participación y la inclusión en espacios propios de cada barrio como centros culturales, teatros y plazas.

Vale recordar que los inicios del Carnaval en el territorio porteño se remontan al siglo XVIII y su protagonismo es irrefutable en nuestra historia. Durante los festejos, el pueblo entero se encontraba en las calles y en sus plazas y las fachadas de las casas se adornaban con guirnaldas, banderines y luces que hacían brillar la Ciudad. Fue, además, la cuna que impulsó el desarrollo de otras
artes y expresiones tradicionales: en los bailes de carnaval de principios del siglo XX se ensayaron los primeros pasos de tango.

El primer corso carnavalesco en las calles porteñas, con desfile de murgas y concursos, fue en febrero de 1869 y ocupaba cinco cuadras sobre la calle hoy llamada Hipólito Yrigoyen, entre Bernardo de Irigoyen y Luis Sáenz Peña. Al año siguiente empezó a realizarse sobre la Avenida de Mayo, que luego se convertiría en el centro de los festejos de la Ciudad, incluso durante varios años en que la Intendencia había decidido no permitirlo y los vecinos iban igual. Fue tanta la presión popular que finalmente en 1917 salió la resolución que lo declaró Corso oficial de Buenos Aires.

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