viernes, marzo 29

SUPERAR LA INSOPORTABLE REALIDAD

“Un dios jamás se aburre porque también su ocio es una forma de creación. Ese fue Werner, un dios creador a la manera originaria, sin vacilaciones, sin titubeos.”
Elfriede Jelinek

En el marco de la retrospectiva Werner Schroeter “Superar la insoportable realidad”, organizada por el Goethe-Institut, el Complejo Teatral de Buenos Aires y la Fundación Cinemateca Argentina, entre el 17 de agosto y 1º de septiembre, se mostrarán de 19 films de este autor alemán, la mayoría inéditos o muy poco difundidos en Argentina.
En tanto, el martes 20 de agosto a las 19.30 h en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín de Av. Corrientes 1530, la editorial Editorial Mardulce presentará el libro “Schroeter. Una autobiografía”. Un libro de rara belleza donde la propia voz del gran cineasta cuenta toda su vida, desde la devoción infantil por su abuela, sus amores prohibidos, su apego por la ópera, las genealogías de sus films hasta el trágico comienzo de su enfermedad.
Allí aparecen las diferentes figuras que poblaron su vida y le dieron sentido, desde Rosa von Praunheim o Isabelle Huppert, hasta Maria Callas, R.W. Fassbinder, Wim Wenders, Peter Zadek, Michel Foucault, Bulle Ogier e Ingrid Caven. Schroeter. Una autobiografía es el testimonio incomparable de toda una época en la que la creatividad del arte todavía podía ocupar el centro del universo y poblar nuestras vidas con sentido.
En la época en la que florecía el Nuevo Cine Alemán, Werner Schroeter fue mucho más que uno de los cineastas más renovadores de su tiempo. Fue un niño terrible que, a contrapelo de lo establecido, supo crear su propia norma artística y llevarla hasta el final. Su obra es cómo fue su vida: llena de arte y de pasiones confesas.
Durante la presentación se proyectará ¿Qué sentido tiene navegar el mar del amor? de Alexander Kluge (en diálogo con Werner Schroeter), 1999, 15 min.

Werner Schroeter. Fue una figura esencial, injustamente eclipsada, del llamado Nuevo Cine Alemán surgido en los años 60, (1945-2010), cuya obra es de una singularidad absoluta. Fue Rainer Werner Fassbinder quien supo ver antes que nadie el valor que adquiriría el cine de Werner Schroeter: “Cuando se lo consideraba un cineasta underground, fue el realizador más importante y valiente de Alemania. Va a ocupar sin duda un lugar importantísimo dentro de la historia del cine, sólo comparable, en literatura, con una suerte de síntesis de Láutremont, Céline y Novalis… Werner Schroeter tiene, como muy poca gente en esta tierra, el don de la mirada artística, y también, quién sabe, el extraño privilegio de entrar en los misterios del universo”.
Casi tan intenso y prolífico como el propio Fassbinder, Schroeter construyó en cuatro décadas un cuerpo de obra de más de cuarenta films, entre cortos y largometrajes. La ópera en general (y la figura de Maria Callas en particular) y todas las formas del melodrama nutren su cine, atravesado tanto por una estética kitsch como por una cultura del gesto y del exceso. “Lo que Schroeter hace con un rostro, un pómulo, unos labios, con la expresión de los ojos -escribió Michel Foucault- es una expansión y florecimiento del cuerpo, una exaltación”.
Schroeter trabajó con grandes actrices (Isabelle Huppert, Bulle Ogier) y divas del mundo queer (Candy Darling, Magdalena Montezuma) como así también –a la manera de Pasolini- con rostros y personajes tomados de la más cruda realidad.
Como buen heredero de la tradición del romanticismo alemán, Schroteter recorrió con su obra el mundo circundante a la búsqueda de su fuero íntimo: así, dirigió tanto en Heidelberg (Eika Katappa, 1969) como en Managua (Nicaragua, 1969), en el Líbano (Salomé, 1971) como en California (Willow Springs, 1973), en México (El ángel negro, 1974) como en Nápoles (Regno di Napoli, 1978). Y en Sicilia filmó Desarraigo (Palermo oder Wolfsburg), que le valió el Oso de Oro de la Berlinale 1980.
En 1983, por iniciativa de Marie-Louise Alemann, el Goethe-Institut lo invitó a la Argentina, donde Schroeter inició un taller de cine experimental con rodaje en zonas carenciadas y entrevistas a miembros de organizaciones de Derechos Humanos. Amenazas de grupos de ultraderecha obligaron a suspender el proyecto, que continuó un par de años más tarde, cuando Schroeter regresó al país y, con la ayuda de sus alumnos y amigos, concretó el film De la Argentina (1985), que paradójicamente nunca se vio en el país. Esta muestra lo incluye ahora como uno de sus acontecimientos centrales, con la presencia en la sala del equipo argentino que colaboró en aquella oportunidad con Werner Schroeter.

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