
Llegaron a Buenos Aires con la huella de la guerra en el cuerpo y la voz, pero con la determinación intacta de convertir ese dolor en herramientas para la paz. Entre el 5 y el 13 de agosto de 2025, Reem Al‑Hajajreh, Hyam Tannous y Ángela Scharf —tres referentes de los movimientos Mujeres del Sol (Palestina) y Mujeres Activan por la Paz (Israel)— iniciaron la primera gira por Latinoamérica.
Invitadas por el Centro Ana Frank Argentina para América Latina (CAFA) y la red Mujeres Activan por la Paz – Iberoamérica, comparten en Argentina primero y en Uruguay después su experiencia de diálogo, movilización comunitaria y trabajo sostenido por una salida no violenta al conflicto israelí‑palestino desde una perspectiva femenina.
La visita, que incluye encuentros con autoridades, conferencias públicas y espacios de intercambio con jóvenes y organizaciones sociales, intenta poner en primer lugar dos ideas centrales del discurso de estas activistas: la urgencia humanitaria en territorios afectados por la violencia y la necesidad de construir canales de diálogo donde la presencia femenina sea protagónica. En Buenos Aires fueron recibidas por el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, y esta semana fueron recibidas por el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, en esa ciudad. Mientras que en Uruguay serán distinguidas como Huéspedes de Honor y se reunirán con el presidente Yamandú Orsi y la vicepresidenta Carolina Cosse.
El jueves 8 de agosto, brindaron una conferencia abierta en el Colegio Público de Abogados, en tanto que el fin de semana mantuvieron múltiples encuentros con estudiantes, académicos y referentes sociales.
La resonancia simbólica de la presencia de estas mujeres no es menor: traer a la región la experiencia de mujeres que trabajan cotidianamente con víctimas, sobrevivientes y víctimas potenciales constituye una apuesta por internacionalizar relatos que suelen quedar silenciados o reducidos a cifras. La gira funciona, en este sentido, como un puente entre el relato íntimo de quienes sufren la guerra y los circuitos políticos, académicos y mediáticos de América Latina.
Voces que cuentan la experiencia desde adentro
Reem Al‑Hajajreh, nacida en Belén y residente de un campo de refugiados en Cisjordania, es la cara palestina de la delegación. Cofundadora y directora de Mujeres del Sol, su accionar se centra en la educación y en el trabajo comunitario para empoderar a mujeres y niñas. Su testimonio, que la revista TIME destacó al incluirla entre sus Mujeres del Año 2024, es profundamente humano: habla de madres que no pueden recuperar los cuerpos de sus hijos, de hogares sin agua ni comida, y de una geografía cotidiana marcada por la precariedad y la pérdida. La denuncia de Al‑Hajajreh no se limita a describir el sufrimiento; insiste en la necesidad de transformar ese dolor en esperanza y acción política. “Nosotras decidimos alzar la voz, y salir desde el dolor a la esperanza para poder vivir, porque no hay otra manera de vivir que no sea en paz”, señala.
Hyam Tannous aporta otra perspectiva: árabe cristiana nacida en Israel, educadora y miembro del Comité Directivo de Mujeres Activan por la Paz. Su activismo se orienta a la capacitación en resolución de conflictos y a la formación de consejeros y docentes en escuelas mixtas del norte de Israel. Entre 2000 y 2016 presidió comités de no violencia; hoy se dedica a tender puentes entre comunidades fracturadas por décadas de polarización. Su relato pone el foco en la educación como herramienta de prevención de la violencia y en la necesidad de prácticas institucionales que promuevan la convivencia cotidiana.
Ángela Scharf, israelí judía nacida en Viena, politóloga y lo que suele llamarse una “diplomática informal”: coordina el Equipo de Relaciones Exteriores de Mujeres Activan por la Paz y ha representado al movimiento frente a líderes europeos y organizaciones globales. Premiada en 2024 con el Hillary Rodham Clinton Award por la Universidad de Georgetown, Scharf ha llevado la voz del activismo a escenarios internacionales, combinando la argumentación política con testimonios personales que apelan al sentido de urgencia y responsabilidad.
Dos movimientos, una alianza que nació del dolor
Mujeres del Sol y Mujeres Activan por la Paz firmaron en 2021 la llamada “Llamada de las Madres”, un pacto que surgió del sufrimiento compartido por las pérdidas humanas en el conflicto y de la convicción de que la paz exige la participación activa de mujeres y madres. Ese acuerdo formalizó la colaboración entre organizaciones que, hasta entonces, habían trabajado en paralelo y puso en el centro de la agenda la reclamación por la protección de la población civil, la atención a las víctimas y la presión por soluciones políticas que respeten los derechos humanos.
En un conflicto donde las narrativas suelen polarizarse en términos de Estado y terror, seguridad y respuesta militar, estas organizaciones proponen una matriz distinta: la paz como construcción social que implica justicia, reparación y participación comunitaria. Su énfasis en la perspectiva de género no es accesorio: argumentan que las mujeres, por su rol en la atención y reconstrucción de tejidos comunitarios, tienen una capacidad particular para impulsar procesos de reconciliación y prevención de la violencia.
Repercusiones públicas y desafíos
La presencia de las activistas repercutió en distintos ámbitos: su conferencia en el Colegio Público de Abogados congregó a profesionales y estudiantes interesados en los aspectos jurídicos y humanitarios del conflicto; los encuentros con jóvenes buscaron fomentar espacios de diálogo y pensamiento crítico sobre cómo la política internacional y los medios moldean las percepciones sobre Israel y Palestina; los encuentros con autoridades locales dibujaron la intención de construir apoyo institucional para iniciativas educativas y de memoria.
No obstante, la recepción también plantea desafíos. Llevar relatos desde territorios de alta conflictividad a espacios lejanos —cultural y geopolíticamente— implica traducir realidades complejas sin simplificarlas. Además, la apuesta por sostener la convivencia y el entendimiento mutuo convive con un contexto regional y global donde la polarización, la retórica belicista y los intereses estratégicos limitan los márgenes de acción. Las activistas saben que las campañas de sensibilización y los reconocimientos simbólicos —aunque indispensables para visibilizar— deben acompañarse de acciones concretas: programas educativos, financiamiento sostenido para proyectos comunitarios, espacios seguros para víctimas y políticas internacionales que promuevan el respeto a derechos humanos.
La palabra como método y la presencia femenina como instrumento de cambio
Una de las constantes en las intervenciones de Al‑Hajajreh, Tannous y Scharf es la centralidad de la palabra como herramienta de resistencia y transformación. Narrar las pérdidas, interpelar a las audiencias internacionales y construir relatos que combinan lo personal con lo político son estrategias deliberadas para abrir grietas en los discursos que naturalizan la violencia. Su propuesta no es ingenua: reconocen que la paz no llegará solo con encuentros simbólicos, pero afirman que sin esos encuentros no habrá condiciones mínimas para que procesos políticos de mayor envergadura prosperen.
La dimensión femenina de su trabajo se refiere tanto a la presencia física de mujeres en roles de liderazgo como a una metodología que prioriza el cuidado, la escucha y la reparación simbólica. Desde programas educativos hasta redes de apoyo psicosocial, las iniciativas que promueven ponen el acento en la reconstrucción del tejido social como condición para cualquier avance político duradero.
Qué queda después de la gira
Más allá de la agenda pública, la visita dejó huellas más concretas: la firma de acuerdos de cooperación, la apertura de canales de comunicación con instituciones locales y promesas de apoyo a proyectos educativos y comunitarios. Las activistas regresarán a Medio Oriente con nuevas redes de respaldo latinoamericanas y con la visibilidad pública que otorga una gira internacional. Para los públicos locales, su paso ofrece una oportunidad de informarse desde voces que, con frecuencia, se encuentran ausentes en la cobertura cotidiana del conflicto.
Sin falsas promesas, las visitantes reconocen la magnitud de la tarea: la paz, dicen, será obra de procesos lentos, a menudo invisibles, que necesiten sostén institucional y comunitario a largo plazo. La gira funcionó, en este sentido, como una inyección de visibilidad y como un primer eslabón para posibles colaboraciones futuras entre organizaciones de sociedad civil de Latinoamérica y grupos de trabajo en Israel y Palestina.