jueves, abril 18

LA NUEVA CARA DEL EDIFICIO DEL BATALLON 601

por Mariana Menzulio

Las obras de remodelación del edificio ubicado en la Viamonte y Callao, donde funcionó el Batallón de Inteligencia 601 y se planeó la represión durante la dictadura en el ámbito de la Capital y Gran Buenos Aires, avanzan rápidamente tras una demolición interna parcial que, igualmente, sólo podrá borrar las huellas físicas de la memoria, la verdad y la justicia.
El edificio, ubicado en Viamonte 1818 y que desde septiembre de 2005 tenía aviso de obra, salió a licitación en el último semestre de 2002 y su venta se concretó en enero/febrero de 2003.
Así, pudo evadir la política de Memoria, Verdad y Justicia que llevaría adelante el presidente Néstor Kirchner, que asumió el gobierno el 25 de mayo de 2003, con la clara premisa de preservar aquellos lugares donde se vivió y se planeó la represión.
En una de esas oficinas estuvo escondido el cuerpo embalsamado de Eva Perón y en otros, represores como Guillermo Suárez Masson planificaron los operativos represivos.
La historia reciente cuenta que en febrero de 2000, el entonces jefe del Ejército, Carlos Brinzoni, anunciaba el cierre del Batallón y la futura venta del edificio, medidas que formaban parte del proyecto de reestructuración integral del área de Defensa, que tenía a Ricardo López Murphy como ministro.
Diversos organismos de derechos humanos insistieron ante las autoridades de entonces en la necesidad de preservar el lugar, no sólo para recuperarlo como un espacio para la memoria sino también para que la Justicia lo conserve como prueba.
El «Plan de Modernización para Mejorar la Calidad del Gasto» del Ministerio de Defensa preveía, entre otras medidas de ajuste y cambios en la organización de las Fuerzas Armadas, la venta de más de 100 inmuebles.
Para la venta de inmuebles había dos proyectos, uno consistía en concentrar personal de todas las armas en el edificio Libertador, despejando el Libertad (Armada) y, tal vez, El Cóndor (Fuerza Aérea) para su venta y el otro preveía la venta de 111 inmuebles considerados innecesarios, sobre un total de 1913 bienes inventariados en todo el país.
Entre los disponibles se incluía al edificio ubicado en Viamonte y Callao.
Hoy el Batallón 601, nombre de guerra del Servicio de Informaciones del Ejército (SIE) y rebautizado como Central de Reunión de Inteligencia Militar por el ex jefe del Ejército, Martín Balza, funciona en la guarnición militar de Campo de Mayo.
La dimensión exacta del papel del «601» sólo apareció una década después del golpe, cuando se supo que por allí había pasado Suárez Mason, comandante por entonces del Cuerpo I de Ejército, por el cual hoy está abierta una megacausa por delitos de lesa humanidad, que ya tiene 1.701 las víctimas judicializadas y 166 imputados.
También pasaron por el «601», los llamados PCI -personal civil de inteligencia- Leandro Sánchez Reisse, implicado en varias operaciones de secuestros extorsivos y desapariciones, y Raúl Guglielminetti.
La historia negra de la represión cuenta que, en los peores años, los jefes del Batallón 601 fueron los generales Alberto Valin (desde el 11 de octubre de 1974 hasta el 26 de octubre de 1976), Carlos Tepedino (desde el 27 de octubre del `76 hasta el 30 de octubre del `79), Jorge Muzio (hasta el 29 de septiembre de 1981) y Julio César Bellene.
Los represores del 601 trabajaban en íntima conexión con los jefes de inteligencia del Primer Cuerpo de Ejército y eran los que planificaban y realizaban los operativos, pero rara vez los detenidos eran llevados a la sede del 601, con la excepción de las desapariciones de Laura Creatore y Carlos Capitman, ambos secuestrados en la vía pública el 28 de marzo de 1976.
Otro caso en el que está probada la intervención del Batallón 601 es el secuestro y desaparición del periodista y escritor Haroldo Conti, perpetrado el 4 de mayo de 1976 en su domicilio de la Capital Federal, ya que cuando en noviembre de 1982 fueron detenidos en Ginebra, Suiza, tres miembros del 601 confesaron tener información sobre lo sucedido con Conti.
En 2003, el juez federal Claudio Bonadío ordenó la detención del ex dictador Leopoldo Galtieri y de otros 43 represores, muchos de ellos pertenecientes a la estructura militar de inteligencia que funcionaba el Batallón 601.
Los orígenes de la causa se remontan al 17 de febrero de 1983, cuando se interpuso un recurso de hábeas corpus a favor de 15 militantes de Montoneros que habían desaparecido en 1979 y 80, durante la llamada «contraofensiva» decidida por la conducción nacional de la organización.
En la actualidad, el juez federal Daniel Rafecas lleva adelante la megacausa por delitos de lesa humanidad cometidos en el Primer Cuerpo de Ejército, donde está incluido el Batallón 601, y entre los acusados se encuentran Miguel Etchecolatz, Reynaldo Bignone, Raúl Antonio Guglielminetti, Jorge Carlos Olivera Róvere, Juan Bautista Sasiañ, Omar Domingo Rubens Graffigna y Juan Alfredo Etchebarne.
La justicia sigue en su búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia a pesar de las «remodelaciones» que sólo lograrán borrar huellas físicas, pero no las huellas de la historia. Como dice León Gieco: «Todo está guardado en la memoria, sueño de la vida y de la historia».

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