jueves, abril 18

LA COMUNIDAD AFROARGENTINA BUSCA SU «RECONOCIMIENTO HISTÓRICO» EN EL PAÍS

Conformada por descendientes de africanos esclavizados entre los siglos XVI y XIX, los caboverdeanos, las últimas migraciones de los años 90 -llegados desde África Occidental-, y otras provenientes de países de Latinoamérica, la comunidad afroargentina busca su «reconocimiento histórico», sostienen desde la Asociación Misibamba, creada en  2008.

«Afroargentinos hay en todo el territorio, con la diferencia que la mayoría somos descendientes de aquellos que trajeron esclavizados, no somos migrantes», explica Carlos Lamadrid y asegura que según estimaciones de la propia comunidad, alrededor de 1.500.000 argentinos e inmigrantes en el país son de origen afro. «No vinimos a buscar un mejor nivel de vida o por persecución religiosa, racial o política, sino que nuestros mayores fueron traídos como herramientas de trabajo, que fueron parte constructiva y que lucharon por la libertad de este país», señala.

«Consideramos que el Estado Nación desde 1800, cuando se empieza a escribir la historia argentina, se comienza a negar esta parte de la historia», aseveró, y añadió que «se niegan los pueblos originarios, los africanos esclavizados e inclusive algunos criollos», dice y sostiene que todo el continente americano se compone de tres etnias: pueblos originarios, europeos y africanos esclavizados y enfatiza: «Es necesario el reconocimiento del Estado a nuestra historia y el reconocimiento histórico como preexistentes a la nación argentina para que se implementen políticas públicas orientadas a nuestra comunidad».

En relación a su apellido, Carlos relata que de acuerdo a la historia oral de su familia: «Nuestros mayores han sido esclavos de alguien de la familia del general Aráoz de Lamadrid y para impedir algún resarcimiento hereditario se modificó el apellido y pasó a ser simplemente Lamadrid».

«Traían a nuestros mayores como herramientas, para ellos no eran personas y les quitaban la religión, la cultura, el nombre, el lugar de origen, desarmaban a la persona y cuando lograba la libertad no tenía nombre ni apellido y tenía que adoptar el nombre y el apellido que le daba el amo», añade.

Patricia Gomes, integrante de la Unión Caboverdeana Dock Sud, indica: «Los primeros caboverdeanos comenzaron a llegar a la Argentina a fines del siglo XIX, algunos venían en barcos balleneros que se dirigían sobre todo hacia el sur». En este sentido, asegura que en las décadas del 20, 30, y sobre todo la del 40, ingresaron masivamente motivados por la reactivación de la industria marina mercante durante impulsada durante el gobierno peronista.

«La mayoría de los que llegaban de Cabo Verde -colonia portuguesa hasta 1975- se desarrollaban en la marina mercante, como por ejemplo mi abuelo», relata y explica que los caboverdeanos ingresaron al país sin mayores dificultades con pasaporte portugués, pero actualmente hay muy pocos nativos de Cabo Verde, la mayoría son descendientes, y hay hasta cinco generaciones en nuestro país. «No tenemos números exactos, pero los que manejamos en la comunidad, entre la de Ensenada, Dock Sud y Esquel calculamos que hay entre 20 y 25.000 caboverdeanos, en su mayoría descendientes», apunta Patricia.

En la década del 90 la mayoría de migrantes llegó desde Senegal, pero también desde Mali, Ghana, Congo y Camerún. La comunidad senegalesa comenzó a llegar al país en los años 90 y principios del siglo XXI, debido al bajo nivel económico de ese país. Ndathie Sene, quien arribó en 2007, señala que «el destino de migración senegalesa era Europa, pero ha cambiado estos últimos años por las políticas migratorias más restringidas, y eso es lo que provocó que la mayoría de los migrantes senegaleses vengan a América Latina, en particular a Argentina y Brasil».

Sene, de 36 años e integrante de la Asociación de Residentes Senegaleses en la Argentina, explica que la comunidad no cuenta con un censo oficial, pero según las estimaciones hay entre 4.500 y 5.000 senegaleses en todo el país. «La mayoría son hombres, casi un 98%; sin embargo está creciendo el número de mujeres en los últimos años: en 2011 había menos de 50 y hoy hay cerca de 200». La mayor parte son senegaleses que «se insertaron en el país y que se reunieron con sus esposas que estaban en Senegal» y que muchos otros formaron una familia aquí.

«Siempre el migrante senegalés tiene la idea de conocer un lugar y buscar una oportunidad para transformar su vida personal y la de su familia. Muy pocos vuelven porque muchos se acostumbran y terminan quedándose», dice Sena  y agrega que «casi todos terminamos teniendo la idea de radicarnos en el país y quedarnos a trabajar e ir solamente a Senegal por motivos de vacaciones o visita a familiares».

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