viernes, abril 19

LA CALLE ARMENIA EN NUESTRA CIUDAD

por Ornella Rapallini

En el marco del 30° aniversario de la independencia de Armenia, un país marcado por el genocidio, la guerra, la diáspora y la resistencia por preservar su identidad ante el mundo, integrantes de esta comunidad en nuestra Ciudad, celebran un nuevo aniversario de su independencia  «Si bien Armenia tiene más de 4000 años de historia, desde 1922 fue uno de los países satélites de la Unión Soviética y este martes se cumplen 30 años de su independencia de la URSS», explica Carlos Manoukian, presidente del Centro Armenio de la Argentina en Buenos Aires, una de las instituciones más importantes que nuclea a la comunidad en el país.

Armenia tiene una población de alrededor de 3 millones de habitantes y, al menos 7 millones viven en países como Rusia, Estados Unidos, Francia, Georgia, Líbano, Siria, Irán, Argentina, Canadá y Australia. En Argentina esta comunidad tiene más de 100 años de historia y comenzó a llegar al país alrededor de 1915 con la diáspora de sobrevivientes del genocidio perpetrado por Turquía entre 1915 y 1923, que provocó un millón quinientas mil muertes. Es decir, ya alcanzó cinco generaciones y oscila entre 100 mil y 150 mil habitantes, cifra que incluye la inmigración reciente de alrededor de 20 mil personas que llegaron en los últimos 30 años.

«Los armenios, incluso hoy, tememos perder la existencia, es algo que nos marcó como comunidad. Turquía todavía no reconoce el genocidio», dice Manoukian y agrega: «En estos 30 años Armenia logró crecer y tener relaciones diplomáticas con muchos países, a pesar de la guerra desigual que comenzó el año pasado -por los ataques del país limítrofe Azerbaiyán- que produjo 6 mil muertos», destacó.

Los armenios que vinieron a Buenos Aires, se asentaron en los barrios Nueva Pompeya, Vélez Sarsfield, Flores, Villa Urquiza y Palermo; y en las localidades de Valentín Alsina, Lanús y Avellaneda, Vicente López y Olivos. El centro armenio que preside Carlos Manoukian está ubicado en Palermo, sobre la calle Armenia al 1300, junto a la catedral San Gregorio El Iluminador, donde también funciona un Instituto Educativo y la Sala Siranush, entre otras instituciones, clubes sociales y restaurantes de la comunidad que se concentran en la zona.

Manoukian es argentino descendiente de armenios. Su abuelo llegó huérfano a Buenos Aires a los 15 años en un viaje en barco de dos meses. «Él era zapatero y en el mundo se hablaba de la Argentina como un país con muchas posibilidades, donde la vida no era difícil y, sobre todo, estaba bastante lejos de donde vivían los turcos», relata y añade: «Mi abuelo era muy agradecido con la patria que lo recibió, rezaba todas las noches y al final siempre decía ‘Gracias Argentina'», recordó.

Entre 1911 y 1938 los armenios en Buenos Aires sentaron las bases de las principales instituciones culturales de la comunidad para intentar superar el desarraigo y con la esperanza de resistir la aculturación. «Inicialmente tomaban el trabajo que podían en los frigoríficos, que les permitía vivir bien, hasta que después empezaron a buscar su independencia y se dedicaron al calzado y al textil», completa Manoukian

Juan Abadjian, es argentino, tiene 42 y es descendiente de armenios, es uno de los dueños de Panadería Armenia, ubicada sobre la avenida Scalabrini Ortiz al 1300. Sus cuatro abuelos fueron refugiados en la Argentina como sobrevivientes del genocidio. «Llegaron en barco, querían ir América, pero no tenían ni idea qué país era», relata.

La panadería, que hoy gestiona junto a sus dos hermanas y su hermano, fue fundada por uno de sus abuelos en el año 1930. «Nosotros crecimos con dos patrias en la cabeza, crecemos como argentinos, pero nos marca mucho el primer genocidio y que Armenia es un país con dificultades, así que tenemos esa doble identidad. No nos olvidamos de dónde vienen nuestros abuelos», añade.

Si bien no estudió cocina, dijo que creció conociendo las pautas que tiene que tener la comida armenia y que lo fundamental es que esté bien condimentada, «las especias le dan vida y si está mal condimentada es como que le sacás el alma». El plato principal más vendido del local es la empanada abierta «Lahmayún», que es redonda y lleva la carne encima, «muy clásico de oriente». También hacen masa filo, postres árabes y platos fríos con hummus. Para Juan, los valores que caracterizan a la comunidad son «el amor al trabajo, a la hospitalidad y al suelo que te deja vivir y trabajar, sin que nadie te persiga».

Armenia es el primer país en adoptar el cristianismo como religión oficial. El Arzobispo Monseñor Kissag Mouradian de la Iglesia Apostólica Armenia en Argentina y Chile, nació en Alepo, Siria, en 1951, estudió en Jerusalén y pasó la mayor parte de su vida en Argentina.

Llegó al país en 1975 designado sacerdote y desde entonces fue también docente y vicedirector del Colegio San Gregorio. «Argentina es nuestra segunda patria, -destaca- donde tenemos nuestras escuelas, iglesias y organizaciones, que junto con la familia son fundamentales para mantener la identidad y el sentimiento nacional».

El Arzobisbo manifestó además que, a 30 años de la independencia de Armenia, «desgraciadamente no finalizaron los enfrentamientos todavía, pero por fin tenemos algo que es nuestro, el pueblo armenio maneja su propia vida y su propia patria y no espera órdenes».

Para conmemorar el 30° aniversario, este martes a las 20 se celebrará en Sala Siranush del Centro Armenio un evento artístico cultural al que asistirán embajadores de distintos países.

Foto/Fuente: Télam

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