miércoles, abril 24

LA AVENTURA DE LO REAL EN ALBERTO GRECO

En el flamante libro «La aventura de lo real», los autores Paula Pellejero y Eduardo Pellejero recuperan gran parte de los textos del artista Alberto Greco: la transcripción de sus cuadernos, cartas, obras, manuscritos y relatos que el inclasificable creador de los Vivo Dito dejó, en su frenética pulsión por anotarlo todo, incluido el día que se quitó la vida, a los 34 años, cuando escribió la palabra «Fin» en su mano izquierda.

Fragmentos de canciones de Carlos Gardel, Libertad Lamarque, Palito Ortega, Los Beatles y Rita Pavone se entretejen en esta gran obra escrita e ilustrada, que Greco concibió un año antes de su muerte, motivado por una gran decepción amorosa. La obra fue adquirida en 2018 por el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York.

La invaluable y ardua tarea de Paula y Eduardo Pellejero en «La aventura de lo real» consistió en seleccionar y transcribir los manuscritos del mítico artista, sus obras, cuadernos y cartas, un grueso volumen de más de 300 páginas, que incluye ilustraciones y que fue publicado por Ediciones Julián Mizrahi e impreso por Akian Gráfica.

Destacado artista del Movimiento Informalista argentino y del Arte Conceptual, Greco (1931-1965) realizó su gran aporte a este último movimiento cuando realizó en Piedralaves (España), una serie de acciones efímeras denominadas «Vivo Dito», que consistía en rodear a personas con un círculo dibujado con tiza sobre la calle y luego firmarlo como obra de arte.

Las acciones fueron registradas en doce fotografías por Montserrat Santamaría, en 1963. Ese mismo año Greco viaja a Génova y publica el Manifiesto Dito dell’Arte Vivo en italiano. Allí plantea una nueva concepción del arte a través del simple gesto de señalar: con esta acción, el artista designa y se apropia de un arte vivo, señalando vendedores ambulantes, mendigos, ciegos, campesinos e incluso animales.

Con humor, parodia y sarcasmo, Greco buscó enseñar la existencia del arte en su lugar, sin transformarlo ni mejorarlo, dejándolo fuera del circuito artístico reconocible hasta entonces, lo que supuso un cambio de paradigma.

Tal vez una de sus más emblemáticas piezas, en la que queda en evidencia su perfil grafómano es la obra «Besos brujos», un gran collage de 137 páginas plagadas de citas, textos propios, relatos populares, historias de espías, horóscopos, letras de canciones, recetas de cocina, diálogos, entrevistas y decenas de dibujos en tinta.

«La escritura de Alberto Greco es una vasta máquina literaria. En él se articulan, según relaciones en permanente variación, lo visto y lo vivido, lo hecho y lo pensado. Los elementos de su obra y los acontecimientos de su vida son recapitulados o mistificados en sus cartas, proyectados o problematizados en sus cuadernos, puestos a prueba en sus extraordinarios relatos. Todo encuentra un lugar en su escritura», explican los compiladores.

«La vocación fabuladora es algo que deberíamos tener siempre presente en estos textos a primera vista autobiográficos», advierten los autores sobre lo hallado en los cuadernos personales de Greco, un «mitómano por naturaleza», quien relata, en uno de los primeros textos, una orgía homosexual en un lujoso prostíbulo de París.

El libro se estructura así en ejes temáticos que aluden a sus Cuadernos, poemas, relatos, sueños, sus escritos publicados, su correspondencia con figuras como Isle Fusková o Rafael Squirru, y sus textos alusivos a las obras de arte, donde destaca, claro, el Manifiesto Dito del Arte Vivo, donde el artista sostiene que «El arte vivo es la aventura de lo real».

Este libro es consecuencia directa del documental «Alberto Greco obra fuera de catálogo», en el que la artista Paula Pellejero se decidió a seguir los pasos del itinerario trazado en vida por Greco, de Argentina a Brasil y de allí a diferentes países de Europa.

Durante más de quince años, Pellejero va y vuelve una y otra vez sobre los pasos de Greco y eso es precisamente lo que retrata la película: la búsqueda detrás de las huellas de un artista que definió a sus «Vivo Dito» como una manera de ver y señalar la belleza que permanece viva en una persona, un objeto o cualquier trozo de realidad. Un artista que proclamó que la vitalidad del arte está en la calle.

 En poco más de una década, Greco realizó  un trayecto profundamente revolucionario  en el arte contemporáneo argentino y español. En los años 50, con una beca del gobierno francés, viajó a París junto a María Elena Walsh, Leda Valladares y José María Fernández.

Luego, viajó por Italia, Austria, Londres y Arlés. Más tarde se instaló en Río de Janeiro, en San Pablo y regresó a Buenos Aires, donde participa en 1959 de la muestra colectiva «Informalismo». En 1961 realiza una intervención en el espacio público con afiches gráficos de estilo publicitario en los que se lee: «Alberto Greco ¡Que grande sos!» y «Alberto Greco – El pintor informalista más importante de América».

Luego viaja a París y realiza en las calles de esa ciudad la Primera Exposición de Arte Vivo (1962). Los siguientes años se instala en Roma y luego en Madrid, donde realiza numerosos Vivo-Ditos, especialmente cuando se va a pasar el verano a Piedralaves.

En 1965, el artista se instala en Barcelona y el 12 de octubre ingiere un frasco de barbitúricos en la casa de unos amigos, quienes lo encuentran agonizando. Greco había estado escribiendo con tinta hasta perder el conocimiento y en su mano izquierda alcanzó a escribir la palabra «FIN». Dos días después murió en un hospital catalán, a los 34 años.

Fuente: Télam

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