viernes, mayo 16

ELECCIÓN EN CABA: COMPARACIONES ODIOSAS E INSERVIBLES

por Lucía Pereyra

La elección legislativa en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) del próximo 18 de mayo ha abierto un campo fértil para análisis mediáticos y políticos normalmente pobres en profundidad y, en muchos casos, plagados de manipulaciones o comparaciones desacertadas. Al abordar el tema del ausentismo electoral, los medios y ciertos “analistas” no han dudado en extraer conclusiones simplistas a partir de dinámicas electorales en otras provincias del país como Chaco, San Luis, Jujuy y Salta. Allí, si bien se registraron altos índices de abstención, el trasfondo y las realidades sociales son marcadamente distintas a la peculiar situación de la metrópolis porteña.
Esta crónica intenta exponer con detalle esas diferencias, desmontar comparaciones odiosas e inservibles y aclarar el contexto real que rodea a los sufragios en CABA, advirtiendo también acerca de la manipulación que ciertos medios y personajes con dudoso rigor intentan llevar adelante.

La abstención: ¿un parámetro homogéneo o realidades distintas?
Es tentador el relato periodístico que intenta conectar datos de distintos ámbitos para hacer una lectura panorámica, pero en política eso puede ser un error gravísimo si se pierde de vista la heterogeneidad social, económica y cultural de cada territorio electoral. La escena electoral de CABA no puede compararse a la de las provincias sin caer en juicios erróneos.
Las regiones como Chaco, San Luis, Jujuy y Salta, mencionadas en reportes recientes, experimentaron un notable abstencionismo en elecciones provinciales y municipales. Sin embargo, estas provincias enfrentan dinámicas socioeconómicas particulares, que incluyen mayores índices de población rural, bajos niveles de infraestructura, pobreza estructural y, en muchos casos, desconfianza institucional histórica que moldean un desinterés o desencanto con la política palpable en las urnas.
Por el contrario, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires presenta características únicas que influyen en su comportamiento electoral. Es una de las urbes más envejecidas del país, con una población dinámica y a la vez “expulsora” de habitantes, situación aún más marcada en los últimos años frente al aumento de los alquileres y el peso del costo de vida. Esto genera un éxodo hacia el conurbano bonaerense, amplificando tensiones sociales internas y transformando el perfil demográfico local.

CABA: un laboratorio social específico
La evolución demográfica de la ciudad de Buenos Aires, desde el siglo XIX hasta la actualidad, muestra con claridad una ciudad que crece hasta mediados del siglo XX y luego se estabiliza o pierde habitantes durante ciertas décadas, para finalmente retomar un discreto crecimiento en años recientes. Pese a ello, la población actual, según datos oficiales, ronda los 3,1 millones, cifra menor que la cantidad diaria de personas que ingresan a trabajar en la ciudad, reflejo inequívoco de la función dormitorio y financiera que tiene CABA respecto a su región metropolitana.

Datos unívocos de población en CABA

El fenómeno del envejecimiento poblacional explica cierta estabilidad en la base electoral habitual, pero no permite equiparar la abstención con la del interior, donde factores socioeconómicos internos y dinámicas políticas muy diferentes dictan el comportamiento electoral.

Clases medias y realidades pauperizadas: discursos y bases electorales distintas
La metrópolis porteña exhibe una marcada fragmentación social e ideológica dentro de su población. Por un lado, las zonas más acomodadas, tradicionalmente asociadas a la clase media alta y alta, procesan la información política a través de polarizaciones históricas y de largo arraigo, donde el “gorilismo” —término popular para designar a los sectores antiperonistas y ansiosos de un tinte conservador— predomina, con sostenidos apoyos al libre mercado y políticas liberales.
Por otro lado, subsisten sectores populares y pauperizados, generalmente concentrados en la zona sur y en villas de emergencia, que estructuran sus votos en base a una matriz más identificable con discursos “populistas”. Una categorización volátil y a veces mal aplicada, pero que refleja la lealtad a políticas de Estado inclusivas.
Es importante destacar que, en CABA, la abstención, pese a la que pueda anotar en términos numéricos, pierde fuerza como indicador electoral comparado con provincias donde existe una correlación directa y más evidente entre abstención y crisis social. En la capital, un porcentaje alto de abstención puede convertirse en un mensaje de contenido político complejo y sutil, indicativo de un desprecio generalizado al actual sistema político.

La manipulación mediática: un fenómeno preocupante
La cobertura mediática de la elección en CABA ha demostrado, una vez más, la tendencia a construir narrativas simplistas y a menudo intencionalmente sesgadas. El drama por la posible alta abstención se mezcla con análisis superficiales que intentan homologar el resultado en ciudades y provincias diferentes, ignorando sus marcadas diferencias estructurales.
Un caso particular ocurrió en el canal TN, el lunes posterior a la elección en las provincias mencionadas, donde un “psico-conductor” —según sus propios detractores, personaje más interesado en el espectáculo que en el análisis riguroso— entrevistó al humorista Alfredo Casero,  que supo hacer de la conversación un show más que una instancia de reflexión seria sobre el proceso electoral. La escena, aplaudida por un público acostumbrado a la frivolidad mediática, estuvo más cerca del entretenimiento que de la información responsable.
Este ejemplo ilustra un fenómeno mucho más amplio: la naturalización de la manipulación informativa, la trivialización del debate político y la invisibilización de las complejidades detrás de cada proceso electoral. Los medios, lejos de ser instrumentos de esclarecimiento, muchas veces se convierten en vehículos de sesgos ideológicos o en actores con fines propios que dañan a la democracia participativa.

La Boleta Única Electrónica (BUE): otra polémica en el escenario
A la complejidad social y política se suma una controversia técnica que pone en duda la transparencia y seguridad de la elección: el uso de la Boleta Única Electrónica (BUE). Este sistema ya había generado desconfianza durante las PASO de 2023 debido a fallas técnicas y cuestionamientos de seguridad.
La jueza federal María Servini ha denunciado públicamente serias irregularidades y fallas que calificó como las peores en 30 años de elecciones en la ciudad, especialmente vinculadas a la empresa MSA, la misma que se adjudicó una licitación millonaria para operar los comicios porteños de 2025, a pesar de ser la única postulante.
Las fallas técnicas y el cuestionamiento judicial ponen en jaque la integridad de la votación y contribuyen a la desconfianza popular, ingrediente que inevitablemente afecta a la participación electoral, más aún en un contexto de disensos políticos, crisis económica y fragmentación social.
La elección legislativa en CABA debe leerse en su contexto particular, asumiendo las contradicciones y especificidades que la ciudad presenta. No son iguales los problemas del conurbano o del interior provincial que los de una metrópolis con demografía envejecida, marcado destierro poblacional y tensiones sociales propias de su condición.
La manipulación mediática, las comparaciones odiosas y la superficialidad de algunos análisis son un riesgo para la comprensión cabal del escenario político, dejando como saldo una ciudadanía mal informada y vulnerable a discursos extremos o polarizadores.
Entender la dinámica local, respetando la complejidad social y política, es un requisito indispensable para pensar en soluciones genuinas a la crisis de participación y representación democrática que afronta Argentina.
La elección en CABA es, en definitiva, mucho más que números o porcentajes: es el reflejo de múltiples realidades que conviven y chocan en un territorio que es centro neurálgico del país, y cuyo análisis merece ser abordado con rigor, respeto y objetividad que hasta ahora se ha visto en los principales medios.


Fuente: Centro Cultural El Sol y análisis propio con base en datos oficiales y seguimientos periodísticos recientes.

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