viernes, noviembre 1

EL RADICAL INSÓLITO

 por Enrique Manson

El 15 de octubre de 1935 apareció, por primera vez, Renovación, un periódico insólitamente yrigoyenista, dirigido por Manuel Ortiz Pereyra.

Insólitamente yrigoyenista, porque sólo habían pasado 39 días de la caída del “Peludo”, echado casi sin lucha por los cadetes del Colegio Militar bajo la dirección del general José Félix Uriburu.

Casi nadie salió en defensa del gobierno elegido por abrumadora mayoría dos años antes. El radicalismo parecía muerto. Con Yrigoyen detenido en Martín García, Alvear aprobando su derrocamiento, y los comités abandonados por los afiliados.

Pero este correntino, senador provincial en su provincia, ministro de las intervenciones de varias otras, y fiscal Federal después, no estaba de acuerdo. A su modo de ver. la asonada del 6 de septiembre no era sólo producto de causas nacionales: la economía argentina estaba en crisis, pero ésta era universal y venía de la dependencia que teníamos con el exterior.

Al terminar la Primera Guerra, el esquema centro-periferia que regía la economía mundial había incorporado un nuevo componente. Los Estados Unidos salieron convertidos en la potencia dominante. Ingleses, franceses, italianos eran deudores del joven gigante. Y si lo eran los vencedores, los derrotados, condenados a pagar las costas de la guerra, lo estarían mucho más. Por eso, si las potencias europeas seguían siendo “centro” de las colonias y semicolonias de la periferia, ahora nacía un “centro” del “centro”: Washington.

Los años siguientes fueron prósperos en Estados Unidos, pero la producción marchaba más rápido que la capacidad de consumo del mercado. Los stocks crecieron demasiado, lo que obligó a bajar la producción. Así hubo desocupación y caída de salarios, y se consumió menos.

El círculo vicioso llevó a la crisis. Los tenedores de acciones empezaron a vender. Así los precios bajaron hasta convertirse en caída libre cuando llegó el pánico. Los ahorristas comenzaron a retirar sus depósitos de los bancos, y las cajas se quedaron sin billetes. Con la quiebra de los principales, la crisis llegó al clímax.

La economía norteamericana la trasladó a Europa. De ahí se trasladaría a la periferia. Así llegó de Inglaterra a nuestras costas. Entre los años 1929 y 1932 el volumen de las exportaciones cayó un 25% y los precios en un 30%.

Tras la dictadura, el fraude llevó al gobierno al general Justo, que abandonó los sueños fascistizantes y restableció el “régimen” liberal, con exclusión de las mayorías. También produjo la renovación del coloniaje, por el Pacto Roca-Runciman El inspirador del periódico Renovación, como otros radicales, había repudiado la violación de la soberanía popular. Cuando el alvearismo llevó a la UCR a acomodarse en el régimen, lanzaron un documento: “Manifiesto de los radicales fuertes”. Fue así que el 3 de junio de 1935 nació la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), que denunciaba: “Somos una Argentina colonial”, y proponía “ser una Argentina Libre”.

Entre esos jóvenes, había uno de 52 años que era, tal vez, el inspirador de los demás. El creador de Renovación, cuando todo se derrumbaba. El que sostenía: “Cuando Colón descubrió América, los aborígenes no tenían libros. Los europeos que vinieron a poblar estas tierras, tampoco los tuvieron. Pasaron algunos siglos, hasta que los indígenas, mulatos, mestizos y criollos sintiesen la necesidad y tuvieran la oportunidad de leer libros. Cuando esto ocurrió, tampoco había libros en América y los americanos estudiosos tuvieron que encargarlos a Europa. Durante estos largos años, algunos europeos publicaron estudios sobre asuntos de América. Y todos miraron las cuestiones criollas con sus ojos extranjeros. Y ocurrió que, cuando los americanos se vieron en la necesidad de publicar libros, se encontraron con la obligación de apoyar sus tesis en citas de los únicos autores de entonces, todos extranjeros. Es curioso -proseguía- observar que los franceses, los ingleses, los rusos, los alemanes, etc., cuando tratan sus asuntos, no consultan nuestros precedentes, ni siquiera los de sus vecinos. ¡Qué gringos más raros!…” Ortiz Pereyra proponía mirar la realidad desde nosotros. Al no hacerlo, era más fácil que saquearan nuestras riquezas. Así, una vez le dijo a Arturo Jauretche: “Dígame, Arturo, usted sabe por qué si, como dicen, en la Argentina llueve riqueza, resulta que nosotros, los del pueblo andamos siempre secos?”. “Me sorprendí”, decía don Arturo al recordarlo, “pero sin darme tiempo a dar respuesta, agregó: `Lo que ocurre es que el país está techado. Por eso no nos mojamos de esa lluvia de riqueza, y ese techo tiene canaletas que llevan esa riqueza a Londres y Nueva York y nosotros nos quedamos secos, y eso es el imperialismo´”.

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