miércoles, septiembre 10

EL IMPACTO POST-ELECTORAL EN LOS MERCADOS

Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) pone en palabras lo que muchos operadores sentían en la mesa: la derrota electoral del partido gobernante (LLA) en la provincia de Buenos Aires actuó como factor detonante sobre activos y expectativas. La reacción del mercado fue rápida y violenta: el dólar mayorista, los bonos en dólares y el índice Merval sufrieron caídas importantes, mientras que los instrumentos en pesos jugaron una partida ambivalente entre pánico inicial y recuperación por carry trade.
El lunes la plaza abrió con cifras que no dejan lugar a dudas del nerviosismo:

  • El dólar oficial mayorista abrió en $1.450, un salto del 6,1% respecto del cierre previo.
  • El MERVAL cayó 20% medido en dólares, un desplome que refleja el salto en el tipo de cambio y la fuga hacia refugios o posiciones líquidas.
  • Los bonos del Tesoro en dólares registraron caídas severas: pérdidas superiores al 11% en TIR para el bono 2038; el AL30 retrocedió más de 6% (equivalente a un 20% TIR).
  • El riesgo país superó los 1.000 puntos básicos por primera vez desde octubre de 2024, una señal de alarma sobre la percepción de capacidad de pago.
  • En pesos, los títulos del Tesoro abrieron con fuertes bajas: tasas fijas se derrumbaron hasta 7% y ajustables por inflación hasta 10%, llevando rendimientos hacia fin de año a niveles cercanos al 90% Efectivo Anual.

Ese combo inicial fue la fotografía de un mercado que cuestionó la sostenibilidad del esquema económico propuesto por la coalición que encabezan Milei y Caputo: alta volatilidad cambiaria, enorme prima por riesgo en dólares y ajustes abruptos en la curva en pesos.

A lo largo de la rueda se evidenciaron comportamientos divergentes entre segmentos:

  • El dólar retrocedió desde sus picos y llegó a la zona de $1.420; al cierre terminó en $1.409. Es decir, se encontró liquidez y cierta toma de ganancias que moderó la tensión cambiaria intradía.
  • Los títulos en pesos recuperaron prácticamente toda la caída inicial, aunque esa recuperación fue más acentuada en los plazos cortos. El mercado volvió a apostar por el carry de corto plazo como refugio temporal.
  • En contraste, los bonos en dólares y el MERVAL no lograron recuperar lo perdido, dejando intacta la duda sobre la capacidad de repago y sobre el atractivo de las acciones locales en un escenario de mayor riesgo país.

Esa combinación configura un mercado que, a corto plazo, favorece estrategias de rendimiento inmediato (carry) mientras empieza a descontar riesgos estructurales sobre deuda en moneda extranjera.
Durante la jornada del lunes se testeó la intervención del Tesoro: hubo ventas en el Mercado Libre de Cambios, pero estas no continuaron de manera persistente. No fue así con el Banco Central (BCRA), que no llegó a ser probado por el mercado en su dispositivo de defensa de la banda cambiaria. En la práctica, esto significa que la autoridad monetaria todavía tiene margen —y recursos— para impedir movimientos excesivos hacia el techo de la banda, ubicado en ese momento en $1.470.
Esa presencia latente del BCRA —junto con una banda relativamente estrecha— funcionó como ancla psicológica: su sola existencia reactivó posiciones de carry previo a las elecciones de octubre. La mecánica de rearmar posiciones en pesos quedó ilustrada con ejemplos concretos: posicionarse en la BONCAP con vencimiento 17 de octubre (el último título a tasa fija con vencimiento antes de las elecciones) ofrecía un rendimiento total de 5,9% en pesos. Para muchos inversores, ese tipo de papel, de corto plazo y con rendimiento atractivo en términos nominales, se vuelve apetecible en un contexto donde la alternativa —exposición en dólares a largo plazo— luce más arriesgada.
Sin embargo, hay un riesgo claro: si el tipo de cambio experimentara una depreciación equivalente a la que precios y expectativas hoy descontaban, el dólar podría superar la banda y provocar una nueva recomposición abrupta de posiciones. En otras palabras, la credibilidad de la banda es el fundamento del carry: mientras el mercado crea que el techo será defendido, el carry resulta rentable; si esa credibilidad se erosiona, la corrección puede ser dolorosa. La derrota de LLA en la provincia fue un desencadenante político que puso en tensión un esquema ya percibido como frágil. El día mostró dos lecciones principales:

  • Fragilidad en dólares: la fuerte caída de bonos y acciones en dólares y la suba del riesgo país indican que los operadores empiezan a poner en duda la capacidad de repago y la estabilidad del plan económico a mediano plazo.
  • Preferencia por carry y corto plazo: la respuesta en instrumentos en pesos sugiere que, mientras persista la percepción de una banda creíble y de intervención selectiva, el mercado priorizará rendimientos en pesos de corto plazo antes que exposición prolongada en dólares o acciones locales.

También se anunció la licitación del miércoles 10, en la que vencen $7,3B en LECAP con vencimiento el 12/09. Tras el desarme de las LEFI, el mercado anticipa una flexibilización monetaria, pero el impacto del resultado electoral y la respuesta del equipo económico generan incertidumbre sobre la refinanciación de la deuda en pesos. Caputo afirmó en X que «Nada va a cambiar en lo económico. Ni en lo fiscal, ni en lo monetario, ni en lo cambiario”. En la última licitación (vencieron $7,7B), se incrementó la exigencia de encajes integrables en títulos del Tesoro, garantizando un 66% de la colocación. Para afrontar el vencimiento de $7,3B, Quirno anunció un menú de 7 títulos (LECAP, BONCER, TAMAR y Dólar Linked) con vencimiento posterior a las elecciones. El objetivo del equipo económico es reducir la deuda de corto plazo. Ante las condiciones actuales, un rollover significativo luce desafiante, por lo que se esperan medidas para impulsar la demanda, como mayores porcentajes de encajes integrables en títulos.
El Gobierno puede mantener su estrategia de contención del dólar mediante la intervención en el mercado de futuros, tasas de interés reales elevadas y aumento de encajes remunerados para asegurar la renovación de la deuda en pesos. Alternativamente, podría permitir que el dólar encuentre un equilibrio más cercano a la banda cambiaria, reduciendo la presión sobre el esquema. El BCRA, al sostener la banda, generaría confianza hasta las elecciones. La preocupación radica en el impacto inflacionario y en la actividad económica, con el consecuente costo político en octubre. En paralelo, la expectativa post-electoral es crucial, ya que si el esquema se percibe como transitorio, al BCRA le resultará muy costoso defender el techo de la banda antes de las elecciones nacionales.
A menos de dos meses de las elecciones de octubre, la plaza sigue midiendo riesgos y oportunidades. La actuación de las autoridades —especialmente del BCRA— y la evolución de la confianza política serán determinantes: la banda cambiaria y su defensa pueden sostener episodios de calmado temporal, pero la persistencia de dudas sobre la sostenibilidad del esquema hará que la volatilidad vuelva a aparecer ante cualquier nueva sacudida política o económica.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *