jueves, septiembre 18

LOCALES VACÍOS EN LA CIUDAD

La Ciudad de Buenos Aires exhibe, en sus calles y avenidas comerciales más transitadas, una  cartografía del vacío: locales cerrados, en venta o en alquiler que antes albergaban comercios, ahora esperan un destino incierto. Un informe reciente de la Cámara Argentina de Comercio (CAC) revela esta situación, aporta datos precisos y pinta un panorama donde se entrecruzan factores económicos, cambios en los patrones de consumo y señales de transformación urbana.

Durante el bimestre julio-agosto de 2025, el informe ha contabilizado un total de 273 locales  ofrecidos en venta, alquiler o directamente cerrados en zonas comerciales de la Ciudad de Buenos Aires. Este número representa un aumento interanual del 30,6% y un 14,7% respecto del bimestre anterior (mayo–junio). Los locales ofrecidos en alquiler crecieron 11,4% frente al bimestre inmediato anterior y 16,7% interanual. Mientras que la categoría venta muestra el cambio más marcado: aumentó 40,9% respecto al bimestre pasado y 106,7% en comparación con julio–agosto de 2024. Las cifras expuestas se traducen en escaparates tapiados, persianas cerradas y comerciantes que evalúan si sostener su negocio, mudarlo o directamente liquidarlo. En ese movimiento, la ciudad reconfigura su paisaje comercial y social.

La CAC relaciona este incremento de locales disponibles con una persistente debilidad en el consumo. En concreto, las pequeñas y medianas empresas minoristas —que conforman el tejido comercial de proximidad— registraron en agosto una caída interanual del 2,6% y una merma del 2,2% frente a julio. No es un dato aislado: cuando el consumo se retrae, el flujo de clientes disminuye, las rotaciones de stock se enlentecen y los márgenes se comprimen. En ese contexto, algunos comercios pequeños no encuentran alternativas viables y terminan cesando su actividad o buscando vender el local.

Otra consecuencia destacada por la CAC es el crecimiento de la venta ilegal callejera. El Observatorio de Comercio y Servicios de la entidad detectó 160 puestos de venta ilegal en la Ciudad de Buenos Aires en agosto, un aumento del 10,3% respecto a julio. Sin embargo, el estudio no tiene en cuenta la incidencia que el comercio electrónico, a través de plataformas, tiene sobre la caída de las ventas en los locales comerciales.

El relevamiento de la CAC abarcó los principales corredores comerciales de la ciudad y mostró comportamientos dispares según la avenida y el tramo. El aumento de los locales vacíos o cierres bimestrales se detectó en las arterias de alto tránsito comercial, como lo es la Av. Pueyrredón (0–1200) y en diversos tramos de Av. Rivadavia (2000–2800; 4900–5400; 6300–7400; 11000–11600). Mientras que aquellas zonas con mayor margen de recuperación se sitúan en Av. Córdoba (4000–5300), Av. Cabildo (4800–5500), Av. Corrientes (200–6800).; Av. Santa Fe (700–5300), Avellaneda (2800–3800) y la Peatonal Florida. Estos ejemplos ponen de relieve que la crisis no impacta de manera homogénea en todos los sectores de la sociedad: mientras algunas zonas resisten por su flujo de gente, accesibilidad o anclaje turístico y cultural, otros tramos sufren por cambios demográficos, competencia del comercio online o por la concentración de locales con alta estructura de costos.

La caída del comercio porteño se explica por la confluencia de múltiples variables, como la pérdida de poder adquisitivo real, tasas de interés que encarecen el financiamiento y reducen la demanda de inversión en locales comerciales. Cambios en el consumo: una parte creciente del gasto se canaliza hacia el comercio electrónico; además, se priorizan bienes y servicios básicos, lo cual reduce la demanda en rubros no esenciales. Costos operativos: alquileres urbanos, tasas municipales, servicios y salarios presionan la rentabilidad de comercios de baja escala. Transformaciones urbanas: Mudanzas de zonas residenciales, peatonalizaciones parciales, obras viales y cambios en la oferta de transporte público alteran flujos peatonales. Economía informal: El crecimiento de la venta callejera puede ser tanto causa como consecuencia de la caída formal, ya que recupera parte del consumo, pero sin formalizar empleo ni recaudación.

El cierre de locales tiene efectos más allá de la economía inmediata. Cuando se multiplican fachadas vacías, se produce pérdida de atractivo comercial y peatonal, que afecta al resto del comercio y al flujo turístico. Riesgo de degradación urbana y menor percepción de seguridad. Desempleo y precarización laboral cuando los trabajadores del comercio formal pierden su fuente de ingreso y algunos migran hacia la economía informal. Alteración del entramado barrial: comercios de proximidad cumplen roles sociales (bocas de pago, servicios, puntos de encuentro) que son difíciles de replicar por otros formatos.

Los datos del informe son la fotografía de un momento, pero señalan trayectorias. Si la recuperación del consumo se demora, la vacancia podría seguir expandiéndose y transformar la fisonomía de ciertas avenidas. Sí, por el contrario, políticas económicas y locales logran recomponer el poder adquisitivo y sostener al comercio de proximidad, muchos de esos locales podrían reactivarse.

El tejido comercial porteño es un termómetro social y urbano. Los locales vacíos hablan de decisiones empresariales, de familias que priorizan gastos, de trabajadores que buscan alternativas y de una ciudad que se adapta. La pregunta que queda en el aire es si la combinación de políticas públicas, iniciativas privadas y la resiliencia de los comerciantes será suficiente para reconstruir el pulso comercial en calles que ayer fueron fábricas de vida cotidiana.

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