
El viernes 25 de julio a las 18 se inaugura en la Casa del Bicentenario la exposición «Alejandro Sirio y la Edad de Oro del arte gráfico argentino», una muestra de ilustraciones del reconocido artista, curada por Cristina Santa Cruz y Jorman Gutiérrez.
Una exhibición inédita revela la elegancia de la ilustración de principios del siglo XX, redescubriendo al gran ilustrador hispano argentino y a sus contemporáneos. La muestra presenta cerca de 200 piezas originales de colecciones particulares, exhibidas por primera vez, incluyendo algunas del MUDI Museo del Dibujo y la Ilustración, resultado de más de una década de investigación curatorial.
La exposición presenta una selección de obras originales, dibujos, ilustraciones, libros, periódicos, caligrafías y piezas editoriales del artista Alejandro Sirio (1890–1953). Artista español que desembarcó en Buenos Aires en el año del Centenario de Mayo. En estas tierras destacó por su labor como dibujante con un estilo y trazo refinado que dejó una insignia en la gráfica rioplatense. Un recorrido por la trayectoria visual y conceptual de un autor que marcó la estética de revistas y periódicos como Plus Ultra, La Nación, Caras y Caretas y El Hogar; de quien ilustró obras literarias emblemáticas como “La gloria de don Ramiro” de Enrique Larreta, “Muchacho de San Telmo” del Vizconde de Lascano Tegui, “Poemas de la fundación” de Mariano de Vedia y Mitre, y “La pampa erguida” de Federico García Sanchiz; un muestrario de incisivas y espirituales iconografías fundadas en personajes de la vida y de la literatura, de contrastes nítidos y plenos de tinta equilibrados, de quien cultivó un estilo gráfico inconfundible influenciado en estampas del barroco español, en expresivos arabescos, en las distintas generaciones de prerrafaelismo y en el simbolismo espiritual, con una impronta profunda y bien criolla, de una elocuencia psicológica y fuerza serena, entre el misterio, el inconsciente, la desnudez de la línea, la armonía del ritmo sutil y el más allá.
El rastreo y puesta en valor de las piezas, la evaluación del estado de cada una de ellas, su consolidación preventiva, el archivo, la digitalización y catalogación de las mismas y la identificación de las publicaciones en los casos en los que han sido impresas forman parte del trabajo curatorial encarado para esta muestra, que tuvo como meta reunir la información para la publicación de un catálogo y gestionar un archivo abierto colaborativo. La obra de este diseñador, calígrafo, poeta gráfico y escritor abarca cuatro núcleos temáticos y subespacios complementarios que revelan su vínculo con los principales exponentes literarios de la época ̶ como Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones ̶ y su influencia en artistas posteriores. Queda expuesta, de esta manera, la sensibilidad, modernidad y vanguardia de un artista que supo conjugar espiritualidad, literatura, poesía ornamental y obra gráfica en una misma expresión. Desde el trazo místico y filigranado hasta la letra ornamental, desde los rostros que hablan hasta las revistas que brillaron en el Río de la Plata con la robustez del experto y la sensibilidad de lo etéreo, con su arte desde Oviedo y a través de San Telmo, Palermo y Montparnasse.
Alejandro Sirio no ilustraba: descifraba el alma de la escritura, de ritmos silenciosos, de la armonía del gesto y del palpitar poético. Esta exhibición invita a reencontrarse con su mirada arrolladora, su línea precisa y su imborrable elegancia, y con una Edad de Oro, de grandeza y de magnífico delirio artístico.
La muestra, que se podrá visitar hasta el domingo 5 de octubre en el tercer piso de la Casa del Bicentenario, invita a revisitar la potencia expresiva de la línea y la imagen de un artista y de toda una generación que supo unir dibujo, palabra, alma y pensamiento en una obra tan elegante como profunda y que supo llegar desde lo efímero y frágil del papel, con la artesanía artística del más alto nivel internacional, a la mirada íntima del público cotidiano, del ciudadano velado y del lector silente, trascendiendo hasta el nuevo milenio y manteniendo la misma fuerza de las primeras páginas impresas en aquellas publicaciones.