
El 1° de diciembre de 1913, Buenos Aires se vestía de gala. Mujeres con sombreros, hombres enfundados en elegantes trajes, y niños impecables con corbatas, fueron testigos de un momento histórico: la inauguración del primer sistema de transporte subterráneo de América Latina, el Subte de Buenos Aires. El decimotercero a nivel mundial, esta fecha marcó un antes y un después en la movilidad de la Ciudad, dejando una huella imborrable en su identidad.
112 años después, los túneles, las cerámicas, los pisos y la iluminación del Subte resguardan historias y anécdotas de generaciones de porteños. Esta es la razón por la que Subterráneos de Buenos Aires S.A.U. (SBASAU) este año ha implementado un ambicioso Plan de Renovación Integral de Estaciones, enfocado en la puesta en valor de 48 estaciones inauguradas antes de 1945. En aquellos casos con declaratoria patrimonial, el plan prioriza la conservación y la mínima intervención posible, buscando preservar la autenticidad de estos espacios emblemáticos.
El proyecto de renovación integral se desarrolla en tres niveles: revestimientos, pisos y murales, siguiendo un proceso de intervención meticuloso. Hasta el momento, doce estaciones han sido completamente renovadas, seis se encuentran cerradas por obras y quince están en proceso de mejora. Las tareas incluyen la impermeabilización, pintura, recambio total de pisos, instalación de nueva iluminación LED, renovación de la señalética, colocación de señalización braille en pasamanos y pórticos, y la incorporación de nuevo mobiliario en andenes, como bancos, cestos y apoyos isquiáticos.
Uno de los aspectos más destacados del plan es la restauración de las mayólicas originales que adornan las estaciones. Hasta la fecha, se han restaurado casi 130 mil mayólicas originales en las estaciones Lima, Bulnes, Facultad de Medicina, Scalabrini Ortiz, Palermo, Plaza Italia, Agüero y Jujuy, y se han repuesto más de 200 mil en Piedras y Congreso.
En cuanto a los murales, verdaderas obras de arte subterráneas, se han restaurado y se avanza en un total de 29 intervenciones en las estaciones Piedras, Congreso, Malabia, Uruguay, Carlos Gardel, Agüero, Plaza Italia y Tribunales.
El proceso de intervención para proteger el patrimonio del Subte se caracteriza por su rigurosidad. Inicialmente, se realiza un relevamiento exhaustivo para diagnosticar el estado de las cerámicas, determinar su composición química y la técnica de producción de las piezas originales. Paralelamente, se desarrolla la matriz técnica para su correcta reproducción, con el objetivo de que los revestimientos cerámicos sean reemplazados por materiales compatibles visual y morfológicamente con el original.
Un equipo de profesionales especializados en restauración lleva adelante estas tareas. Una vez realizados los relevamientos, se presentan los modelos de trabajo; las obras se ejecutan en coordinación constante con la Comisión Nacional de Monumentos y con la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico de la Ciudad (DGPMYCH).
En la estación Lima, por ejemplo, además de trabajar en los revestimientos, se conserva una guarda original de los solados que data de 1913. Esta misma metodología se aplicará en Piedras, donde ya han comenzado los trabajos de puesta en valor.
Asimismo, los elementos metálicos de las estaciones, como la herrería, las barandas y los pórticos, se restauran mediante limpieza, refuerzo estructural y reposición de piezas faltantes, preservando su autenticidad.
El compromiso con la preservación del patrimonio del Subte se extiende más allá de la renovación de las estaciones. El Laboratorio Patrimonial Centenera, un taller construido en gran parte con materiales reciclados de la red de subte, se dedica a la preservación y difusión del patrimonio porteño. Este espacio alberga materiales, maquinarias, curiosidades y diferentes elementos que permiten conocer en profundidad la historia del Subte. El Laboratorio Patrimonial Centenera consolida el Museo del Subte en Caballito como un espacio vivo y dinámico para la investigación, la conservación y la difusión del legado subterráneo de Buenos Aires.
Por su parte, la Escuela-Taller Casco Histórico trabaja en la restauración del coche Preston N° 4, uno de los cuatro coches que integraban la única formación inglesa de la Línea A en 1912. Y la escuela Arranz, dependiente del Gobierno de la Ciudad, realizó un mural de un tranvía histórico, que se colocará en la entrada del Taller Polvorín, en la esquina de Directorio y Emilio Mitre, de donde todos los fines de semana salen los recorridos a cargo de la Asociación Amigos del Tranvía.
