martes, agosto 19

VAGÓN DE LECTORES

La tarde del sábado 23 nos propone convertir vagones y andenes en una biblioteca rodante. La iniciativa, organizada por Subterráneos de Buenos Aires S.E. (SBASE) junto a la booktuber Cecilia Bona (@porqueleerok), tomó forma en el marco del Día del Lector y se anunció con la ambición modesta de que la gente llevara libros, leyera y, si quería, los intercambiara.

La jornada arrancará con la concentración en Catedral, una estación que por su ubicación y amplitud funciona bien como punto de partida, adonde arribarán los lectores con libros en las manos, parejas con un ejemplar para compartir, jóvenes con mochilas en las que asoman volúmenes y, por supuesto, seguidores de Cecilia Bona que la reconocerán y saludarán.

La consigna era simple: subir a los vagones con un libro, leer durante el trayecto y, si alguien lo desea, intercambiarlo al final del recorrido. Sin un orden rígido. Ni turnos de lectura pública, ni micrófonos, ni grandes discursos. La propuesta pretendía respetar la intimidad de la lectura mientras la sitúa en un espacio compartido.

En el recorrido por la Línea D, podrá leerse como una sucesión de escenas: rostros iluminados por las páginas, manos pasando folios con suavidad, algún pasajero curioso, preguntando por el título; niños asomados en la ventanilla y adultos que vuelven a mirar sus libros. Demostrando así algo que los expertos en hábitos de lectura suelen repetir: el transporte público es un espacio fértil para la lectura, no sólo por la disponibilidad de tiempo, sino por la posibilidad de interrumpir la propia jornada en un acto que renueva la atención.

Los vagones, a su vez, serán el escenario de encuentros inesperados: lectores que comentan en voz baja las frases que les gustaron, recomendaciones espontáneas y pequeños trueques de impresiones. Cecilia Bona guiará parte del tránsito cultural desde su rol de mediadora: no solo como influencer que reseña, sino como facilitadora de la conversación, capaz de traducir la energía de la red social a la cercanía del andén.

¿Qué significa leer en un subte que suele asociarse al trajín y la aceleración? Leer en tránsito es una reivindicación de la pausa; es ocupar el tiempo con un gesto que interpela, que educa, que consuela o provoca. Además, la lectura colectiva —aunque cada uno conserve su intimidad lectora— genera una malla de afectos y conversaciones posibles. En ese sentido, el “Vagón de lectores” funciona como una intervención urbana mínima pero densa: pone la cultura a mano, literalmente, en los asientos y las escaleras por las que la gente pasa todos los días.

Al llegar a la estación Congreso de Tucumán, concretará la suelta de libros. Para lo cual, la Dirección General de Promoción del Libro, Bibliotecas y la Cultura del Gobierno de la Ciudad aportará ejemplares de autores consagrados —desde Mario Vargas Llosa y José Saramago hasta Virginia Woolf, Agatha Christie, Julio Verne y Alfonsina Storni— colocados estratégicamente en asientos, molinetes y escaleras. La imagen que se busca imponer es la de libros que esperan al lector como si fueran objetos perdidos o regalos.

Esta acción se inscribe en las Jornadas Borges, el ciclo organizado por el Ministerio de Cultura porteño para conmemorar el nacimiento de Jorge Luis Borges. El programa incluye visitas guiadas, talleres, cine debate, narración y poesía, y el Premio Joven Lector. Pero más allá de la festividad borgeana, el “Vagón de lectores” propone fomentar la lectura en el espacio público. Esta apuesta se articula con otras iniciativas: bibliotecas virtuales en estaciones seleccionadas (Catedral, Congreso de Tucumán y la Galería Obelisco Norte) que ofrecen más de 200 libros para descarga gratuita desde dispositivos móviles.

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