jueves, marzo 28

«BUZONES PORTEÑOS»

por Matías Profeta

El Observatorio de Patrimonio y Políticas Urbanas, está promoviendo la protección de los «Buzones Porteños» y, como forma de hacer partícipes a todos los vecinos, organizaron un concurso fotográfico, donde habrá premios a las mejores fotos enviadas.

Para participar, deben sacarle o sacarse una foto con un Buzón y enviarla a [email protected] o bien postearla a  facebook.com/observatoriodepatrimonio, indicando la ubicación del Buzón.La decha de cierre de este concurso es el 14 de noviembre

Buzones Porteños

Según datos de Correo Argentino, hoy quedan en la ciudad menos de 120 buzones del millar que supo tener Buenos Aires. accidentes de tránsito, renovación de veredas, mal estado, vandalismo y robos para posterior venta en sitios on line, han sido algunas de las causas que dejaron a la ciudad casi sin buzones.

Fue Gervasio Antonio de Posadas, nieto del primer Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata y segundo funcionario a cargo de la Dirección General de Correos, Postas y Caminos, quien en 1858 colocó los primeros seis buzones en Buenos Aires: eran de madera y estaban emplazados en las plazas Lorea, Miserere, Monserrat (que hoy no existe), Del Parque (actual Lavalle), Del Temple (actual Suipacha) y Paseo de Julio (actual avenida Leandro N. Alem). Más tarde fueron reemplazados por modelos metálicos. Recién a fines del siglo XIX comenzaron a fabricarse en nuestro país, con el característico «sombrerito» de estilo inglés y pintados de rojo.

Hay una razón que va más allá de lo meramente histórico y se adentra en el territorio de la identidad colectiva, porque los buzones son un hito: Nos ponen en contacto con la pregunta de algún niño y el poder contarle que durante mucho tiempo se escribían cartas, en papel. Son una marca de identidad que nos remite a ese intercambio epistolar y lo importante es poder ir caminando y verlos en la esquina, como todos los referentes patrimoniales que vemos en nuestros recorridos diarios. Su presencia no molesta y, en lugar de tener una pieza en un museo, podemos tenerla en su contexto e incluso utilizarlos. Porque antes de que la vida fuera un todo globalizado y que cada habitante pudiera comunicarse en simultáneo con cualquier rincón del mundo, las cartas eran los medios más preciados para recibir noticias y dar abrazos, y los buzones, los pacientes depositarios de sueños, desazones y esperanzas.

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