miércoles, abril 24

PREMIO NOBEL

El 11 de octubre de 1980, el escultor y arquitecto, Adolfo Pérez Esquivel recibía en Oslo el Premio Nobel de la Paz por su defensa de los Derechos Humanos y sus valientes denuncias de los crímenes del terrorismo de Estado ejecutados por las dictaduras militares del cono sur de América, particularmente la Argentina.

Este importante acontecimiento pasó prácticamente desapercibido en los medios de prensa locales y su discurso de aceptación no fue publicado ni difundido en Argentina.

En la actualidad, Adolfo Pérez Esquivel es  titular del Servicio de Paz y Justicia para América Latina (SERPAJ).

Biografía

Pérez Esquivel estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes y en la Universidad Nacional de La Plata, donde se recibió de arquitecto y de escultor. Más tarde, se convirtió en profesor de arquitectura. Durante 25 años enseñó en escuelas primarias, secundarias y en la Universidad, además de trabajar como escultor.

En los años 60, empezó a trabajar con grupos latinoamericanos cristianos pacifistas. En 1973, fundó el periódico Paz y Justicia que se convirtió en cumbre del movimiento pacifista y de defensa de los Derechos Humanos en el área de influencia latinoamericana.

En 1974 decidió renunciar a su trabajo docente y fue elegido coordinador general para una red de comunidades latinoamericanas para promover la liberación de los pobres a través de la no-violencia. En 1975 tiene uno de sus primeros inconvenientes con las fuerzas del orden, al ser detenido por la policía militar brasileña.

En 1976, cuando se produce en nuestro paós el golpe de estado militar y  la represión a los militantes sociales, Pérez Esquivel contribuye a la formación y financiación de los enlaces entre organizaciones populares para defender los Derechos Humanos y apoyar a los familiares de las víctimas de la Dictadura. El «Servicio de Paz y Justicia», que él fundó, evolucionó en este contexto y sirvió como instrumento para la defensa de los derechos humanos promocionando una campaña internacional para denunciar las atrocidades cometidas por el régimen militar. También en 1976 fue encarcelado en Ecuador junto con obispos latinoamericanos y estadounidenses; y en 1977, en Buenos Aires, fue arrestado por la Policía Federal Argentina, torturado y retenido sin juicio durante 14 meses. Mientras duró su encarcelamiento recibió, entre otras distinciones, la Memoria de Paz del Papa Pablo VI.

En 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos en defensa de los Derechos Humanos y en particular por denunciar los crímenes del terrorismo de Estado. Su discurso en Oslo no fue difundido en los medios argentinos de entonces.3 Continuó su trabajo viajando por la mayor parte de países de Iberoamérica, por Estados Unidos y Europa, denunciando los graves crímenes contra los derechos humanos en el continente americano. Fue recibido por parlamentarios de diversas naciones europeas. Gracias a su iniciativa se comenzaron procesos penales contra la dictadura militar argentina en Italia, España y Alemania.

Desde noviembre de 1998 colabora con la ONG Fundación Comparte en concreto apoya la labor de Comparte en América Latina y su trabajo como mensajero del Manifiesto 2000-2010, Decenio de la Paz y No-violencia. Además, en marzo de 2000 regaló a los ciudadanos de Barcelona la escultura “Mahatma Gandhi”, esculpida por él mismo. El acto oficial organizado por el Ayuntamiento de Barcelona tiene lugar en la inauguración de la plaza Gandhi en el distrito de Poble Nou, acto presidido por el alcalde de Barcelona, Joan Clos.

Desde 2003, es presidente del Consejo honorario de la Fundación Latinoamericana del Servicio de Paz y Justicia y de la Liga Internacional para los Derechos Humanos y la Liberación de los Pueblos, con base en Milán, Italia; es miembro del Tribunal Permanente de los Pueblos y del Comité de Honor de la Coordinación internacional para el Decenio de la no-violencia y de la paz. También es presidente honorífico de la Fundación Universitat Internacional de la Pau de San Cugat del Vallés (Barcelona).

Desde el 2004 forma parte del Jurado Internacional del Premio de Derechos Humanos de Nuremberg, que cada dos años otorga un premio a organizaciones o personas que se destacan en la promoción y defensa de los derechos humanos en el mundo, aún con el riesgo de su propia vida.

En el 2009 nominó a la colombiana Piedad Córdoba al premio Nobel de la Paz.

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