viernes, marzo 29

LA NOCHE

UNA EXPLORACIÓN ÍNTIMA DE LOS BAJOS FONDOES PORTEÑOS
El actor Edgardo Castro entrará hoy, en la Competencia Internacional del 18vo. Bafici -donde probablemente genere una encendida polémica- con «La noche», una exploración íntima de los bajos fondos porteños, un espacio sórdido y ominoso en el que seres frágiles y solitarios sienten la extrema necesidad de amor y compañía, en medio de orgías de sexo, cocaína, boliches de mala muerte, prostitución y travestis.
«La noche» es totalmente ajena a cualquier tipo de prejuicio moral, posee escenas de sexo explícito y una puesta de aspecto documental, sucia, espontánea y realista, en la que el director y protagonista, al igual que todas las personas que aparecen en el filme (travestis, prostitutas, strippers, drogadictos, dealers y taxi boys), se entrega por completo -física y emocionalmente- en cada escena.
En una entrevista, el actor de filmes como «Castro», de Alejo Moguillansky, y «Mujer lobo», de Tamae Garateguy, afirmó: «Lo que quiero es que la gente que vea mi película sienta el mismo olor a sexo y mugre que yo siento cuando entro al cuarto oscuro en un boliche. La cámara tenía que sentir lo mismo que yo estaba viviendo y la idea era tener experiencias reales con todos esos no actores».
En relación al alto grado de exposición que tiene en el filme, donde aparece haciendo felatios y es orinado en el pecho por una de sus parejas ocasionales, Castro aseguró que «toda la película es una ficción. Todo filme nace de la experiencia íntima de su director y esta no es la excepción. Pero no soy yo el que vemos en pantalla, es Martín, el personaje. No es una biografía mía, porque si lo fuera sería aún peor», bromeó.
En su ópera prima como director, Castro encarna a un hombre solitario que -al igual que otras personas en su misma condición- busca desesperadamente afecto «y la posibilidad de creer en los demás en la noche porteña. Termina siendo una película de amor, de seres solitarios que buscan compañía y alguien en quien poder confiar en un micromundo muy cruel, donde la gente está muy sola y no cree en nadie», explicó.
Para el actor y director, el gran hallazgo del filme fue Guadalupe, una travesti de 29 años «que la pelea mucho, a quien le cuesta mucho todo. Ella me acompaña en el recorrido de la película, porque así como Martín muestra toda su oscuridad y soledad, quería mostrar a través de ella que hay otros que sufren igual que él. Y que son muchas las personas que estamos solas en esta ciudad y que sentimos un agujero adentro nuestro».
«Al mismo tiempo, son personas que todo el tiempo toman cocaína y todo el tiempo están cogiendo, pero nunca se llenan. Pueden pasar tres días sin dormir y nada les alcanza», añadió Castro, que negó que el filme sea pornográfico, porque «el porno es un género con ciertas condiciones que esta película no tiene».
«Sí tiene sexo fuerte y sentía que debía mostrarlo explícitamente porque quería que la actuación fuera muy real y descarnada, no debía tener pudor de tener sexo con ellos y de mostrarlo. Si no fuera explícito, creo que todo sería una estafa. Y por respeto a los otro actores, tenía que entregarme por completo para que ellos también confiaran y se entregaran igual que yo», recordó.
Castro, que se basó para el guión en varias crónicas personales de sus salidas nocturnas en Buenos Aires, cuyo destino final será un libro, afirmó que «la película tiene un costado político bien marcado, porque eso que les pasa a los personajes es lo que yo no quiero que pase en el país. A nadie le importa un carajo lo que le pasa al otro. Y la idea era investigar eso en el universo de la noche».
«Esta película la hicimos para que mucha gente pueda hablar de sus derechos. Para que las travestis, por ejemplo, puedan defender los derechos de su comunidad. Guadalupe dice que el Estado debería darles el lugar que merecen en la comunidad. Si la prostitución es ilegal o está mal vista, deberían darles a las travestis un trabajo para poder vivir dignamente», advirtió.
Y agregó: «Queremos un país donde todos tengamos las mismas oportunidades. A las travestis las persiguen y las maltratan. Los que se encargan de combatir la prostitución son los mismos que la consumen antes. Eso es mucha violencia. Hay que darle lugar y proteger a las personas que no tienen las mismas posibilidades que tenemos todos».
En ese sentido, Castro siente que «fue muy valiente de parte del Bafici haber programado mi película y creo que es un marco que nos va a cuidar bastante. Supongo también que va a haber un sector del público que va a querer mucho a la película y otro que se va a sentir muy violentado. Y lo lamento por esa gente, porque se va a perder la verdadera esencia de esta historia».
Con el cine descarnado del actor y cineasta estadounidense John Cassavetes como referencia, Castro investigó «cómo entrar con el cuerpo en cada escena. La mitad de los actores trabaja en la prostitución y son seres de la noche. Les pedía que creyeran en mí cuando ellos sólo creen en la guita y la cocaína. Fue un trabajo muy difícil, en el que debía transitar muchas emociones, ir a lo más profundo y oscuro mío para poder comprometerlos».
«Al principio tenía un montón de frenos, porque los actores somos bastante morales. Después entendimos que debíamos corrernos totalmente de la moralidad y de los prejuicios. Yo tenía claro que siempre estaríamos expuestos a lo imprevisible, a cualquier cosa que ocurriera realmente, y que todos debíamos correr los mismos riesgos. Incluso los camarógrafos tenían que involucrarse con la misma entrega que teníamos todos», afirmó.
Castro recordó que «fueron años muy difíciles los de la filmación de la película. Me quedé sin plata, sin trabajo y solo, literalmente. La película habla de la soledad y la falta de amor, y sin embargo se construyó sobre la base de mucho amor y solidaridad de parte de mis amigos, que me pagaron el alquiler, me hacían las compras en el supermercado y me prestaron los equipos para poder filmarla».

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