jueves, marzo 28

JORGE CAFRUNE

Hoy se cumplen 35 años de la muerte de Jorge Cafrune. El artista folclórico, de barbada estampa gaucha y gran magnetismo, murío a los 40 años como consecuencia de un trágico y a la vez confuso accidente, nunca esclarecido, que ocurrió la madrugada del 1 de febrero de 1978 en la ruta 27, a la altura de Benavídez, al ser embestido por una camioneta conducida por Héctor Emilio Díaz, de 19 años.
Cafrune iba montando a caballo rumbo a Yapeyú (Corrientes), junto a su amigo Fino Gutiérrez, para participar del homenaje por el bicentenario del nacimiento del general San Martín.
Días antes había actuado en el Festival de Folclore de Cosquín, donde no solamente incluyó en su repertorio una canción prohibida por la dictadura militar (al respecto hay dos versiones contrapuestas, una indica que fue “Zamba de mi esperanza” y la otra que se trató de “El orejano”), sino que anunció que haría un raid hípico al lugar del nacimiento del prócer llevando consigo un cofre con tierra de Boulogne Sur Mer, la ciudad francesa en la que murió el Libertador.

En el libro “Jorge Cafrune-memoria de un hombre libre”, publicado en Córdoba en 2004 por Héctor Ramos, se recupera el anuncio de esa travesía y se dice que Cafrune expresó al respecto: “Me amenazaron diciéndome que si hago el viaje moriré. Dicen que un zurdo no puede mancillar la tierra de San Martín. Siempre dije que no soy comunista, que soy nacionalista con `c` y no con `z` y que no me alineé como cantor de protesta. Yo le canto al pueblo”.
Las crónicas de la época consignaron que el conductor no sólo atropelló a Cafrune y a su caballo blanco, sino al otro jinete (Gutiérrez) que marchaba varios metros adelante; detuvo la camioneta recién a 200 metros del lugar donde se había producido el impacto y luego se alejó del lugar, sin ayudar a las víctimas.
Aunque sufría la rotura de diez costillas y politraumatismo de cráneo, Cafrune llegó con vida a la asistencia pública de Benavídez. De allí lo trasladaron al Hospital Municipal de Tigre, y más tarde volvieron a trasladarlo, esta vez al Instituto del Tórax de Vicente López, trayecto en el que murió.

En “Militancia de la canción. Política en el canto folclórico de la Argentina 1944-1975”, libro donde volcó su tesis de Maestría en Historia de la Universidad Di Tella, el especialista Carlos Molinero indica que un Cafrune agonizante expresó: “Es mejor que me maten…no aguanto más…Te encargo mis hijos, que no les pase nada”.
La investigación recuerda que Cafrune cometió la osadía de entonar una canción prohibida en Cosquín alegando que “aunque no está en el repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide, la voy a cantar”.
“Son las palabras de Cafrune las que resultan ácidas, más aún que la canción. Era claro que eran reveladoras de un secreto a voces: había canciones prohibidas y Cafrune se preciaba de no acatar prohibiciones pues el pueblo era más que el gobierno, por terrorífico y poderoso que éste fuera”, escribe Molinero en la página 385 de su volumen.

Sumándole signos de interrogación al carácter de accidente que acabó con la vida del creador nacido el 8 de agosto de 1937 en Perico del Carmen, Jujuy, Molinero recurre al testimonio de Teresa Celia Meschiati que aparece en el Nunca Más, quien desde el 25 de septiembre de 1976 y durante 26 meses estuvo detenida-desaparecida en el centro clandestino de detención La Perla.
“Los militares allí presentes (en La Perla) coincidieron en que había que matarlo para prevenir a los otros (el que dijo esto fue el Teniente Primero Carlos Villanueva)…”, señaló la presa política al Nunca Más.
En otro tramo de su alegato, Meschiati apuntó que “el clima esa semana en La Perla fue de gran nerviosismo. Decían que estaban preparando una `operación especial`…Después Cafrune que volvía a caballo por la ruta fue arrollado por una camioneta que huyó…Grandes abrazos y enormes risas de satisfacción. Dijeron que el operativo especial `se había cumplido`”.
Cafrune saltó a la popularidad en el festival de Cosquín de 1962, luego de haber participado de los grupos Las Voces de Huayra y Los Cantores del Alba.

El «Turco» fue quizás una de las personalidades más magnéticas del folclore. Serio, barbado, de entonación clara y tonos bajos, mucho más joven que lo que se creía, el trovador que popularizó la «Zamba de mi esperanza» nutría su repertorio con la temática yupanquiana («Coplas del payador perseguido», «La alabanza»).
«Virgen india», «Mi luna cautiva», «Santafesino de veras», «Chiquillada», «No te puedo olvidar» y «Resolana» fueron algunas de las canciones más celebradas por su público.
En su voz, que evocó el drama del gaucho perseguido, revivían los caudillos federales y los versos del «Martín Fierro». Sus presentaciones públicas y sus actuaciones incluyeron, allá por 1973, su participación en la película «Argentinísima» y el programa de igual nombre que se emitía por Canal 11.
Proveniente de familia campesina, antes de ser cantor se recibió de bachiller y trabajó como chofer en un aserradero. Años más tarde llegaría a los escenarios españoles como un símbolo de la vida libre y errante del gaucho.
Cuatro hijas de su primer matrimonio -la cantante Yamila es la mayor- y dos hijos del segundo -que concretó con una española- componen la familia del hombre que desde 1972 alternaba su estadía entre Europa y la Argentina.

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