jueves, abril 18

DE HAITÍ A BUENOS AIRES

El joven Tendjyb Manigat viajó el 9 de enero de 2010 desde Puerto Príncipe hasta Cabo Haitiano para visitar a su familia sin imaginar que tres días después la capital de Haití, en donde vivía y estudiaba, se iba a convertir en el centro de una de las mayores tragedias naturales de la historia: un terremoto devastador del que mañana se cumplen seis años, y que hoy recuerda desde Buenos Aires.
«A las 4.53 de la tarde se cortó la luz en todo el país y dije ‘qué pasó’. A los minutos me enteré del terremoto e intenté llamar a mi prima, que era con quien vivía en Puerto Príncipe, pero no me pude comunicar», recordó Manigat, quien tiene 30 años y desde hace cinco vive en Buenos Aires, donde llegó en búsqueda de «una vida mejor».
El terremoto de 7.3 puntos en la escala de Richter tuvo lugar el 12 de enero de 2010 en Puerto Príncipe y causó más de 300.000 muertos, 1.500.000 desplazados y la destrucción de infraestructuras vitales.
«Tengo imágenes que se me vienen todo el tiempo a la cabeza: muertos tirados en la calle en una ciudad sin luz ni agua y también gente que aprovechaba la confusión para violar a mujeres… fue el peor momento de mi vida», contó Manigat sobre los días posteriores a la tragedia sucedida en el país más pobre de América, que ya contaba con uno de los mayores niveles de violencia y desempleo juvenil del mundo.
El terremoto destruyó la universidad donde el joven estudiaba Administración de Empresas, la casa que compartía junto a su prima -a la que pudo contactar recién tres semanas después de la tragedia-, y también se llevó la vida de «muchos de sus vecinos, compañeros de colegio y familiares».
«Recuerdo que las botellitas de agua salían carísimas, la gente no tenía nada para comer, y las plazas se convirtieron en centros de refugiados incluso un año después del terremoto porque no había lugares donde vivir», señaló el joven que desde que llegó a Buenos Aires nunca más pudo regresar a su país.
A seis años del terremoto, la situación sanitaria de Haití sigue siendo alarmante por la dificultad de las personas de acceder a agua potable, lo cual ha facilitado una rápida difusión del cólera, una enfermedad que de acuerdo a los datos del Ministerio de Salud de Haití, entre el 1 de enero y el 31 de agosto de 2015 causó «9.013 muertes y más de 750.000 infectados».
En este sentido, la organización Amnistía Internacional reconoció en octubre pasado los «esfuerzos llevados a cabo por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para erradicar el cólera de Haití y mejorar el sistema sanitario de toda la población», aunque manifestó su «preocupación» respecto de que se «ha fallado en establecer un mecanismo justo y transparente para evaluar los reclamos de las víctimas y asegurar sus derechos humanos».
La situación trágica del país llevó a Manigat a buscar un nuevo lugar para vivir y así fue como se contactó con un compañero de la escuela secundaria que vivía en la provincia del Chaco para preguntarle «cómo era la vida en Argentina», y quien le respondió que había «muchas universidades públicas para estudiar».
«No fue una decisión fácil venirme a vivir a Argentina. Soy el menor de la familia y a mi mamá le avisé recién una semana antes del viaje, porque si no, no me iba a dejar venir a un país donde iba a estar solo y sin saber una sola palabra en castellano», relató el joven, quien tuvo que hacer una serie de trámites que demoraron «más de un año» para aterrizar en el país.
Llegado a la Argentina aprendió español -que habla de manera fluida- en el Laboratorio de Idiomas de la UBA, luego de pasar por distintos trabajos como «repartidor de volantes y personal de limpieza», y actualmente planea retomar sus estudios en la carrera de periodismo que el año pasado tuvo que abandonar por razones económicas.
«Mi sueño es viajar a África para trabajar de periodista; ya me anoté, y también deseo que la situación en Haití pueda mejorar porque ahora también hay una crisis política», sostuvo el joven en relación a las recientes elecciones en Haití, salpicada de denuncias de fraude, y destacó: «El sueño de los haitianos es viajar al exterior, porque en nuestro país no hay esperanzas».

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