jueves, marzo 28

ADIOS A DÉLFOR: EL CHAPLIN PORTEÑO

Délfor Amaranto Dicásolo llegó a Buenos Aires, desde su Chivilcoy natal, a los 20 años con una maleta llena de sueños. Entre ellos, jugar en la primera de Boca Junior. Pero otra fue su suerte. En 1941 comenzó a trabajar en radio como imitador solista en La matinée de Juan Manuel, y se hizo conocido como Délfor, el fantasista de la voz. Luego, adquirió renombre con el programa Teledisloque donde se parodiaba a los periodistas radiales. El hito de su carrera lo marcó en 1956 con La Revista Dislocada, en su versión televisiva, teatral y gráfica, a través de un suplemento semanal que editaba el diario Crónica. Délfor se desempeñó como libretista, publicista, locutor, actor, y dibujante. Cultor de los juegos de palabras, acuñó términos que formaron parte del imaginario social. Como, por ejemplo, la palabra “gorila”, usada para designar a los antiperonistas. En 1973, durante el gobierno del general Lanusse, Délfor sufrió la censura. En 1978 debió emigrar a Perú, después fue a México. Cuando regresó, al promediar la década del 80, otro era el país que lo recibió y pocas las puertas que se le abrieron.

El 13 de septiembre pasado, a la edad de 93 años, Délfor falleció en la pobreza y la apatía de los medios que se enriquecieron gracias a su ingenio.  No tenía propiedades y vivía en la casa de su único nieto. Hasta principios de este año, editó la versión gráfica de la Revista Dislocada con el apoyo de comerciantes y amigos. La publicidad de la revista y una magra jubilación eran su único sustento económico.  

Délfor, no cedió un tranco a la indolencia y supo dar batalla a la adversidad. En abril de 2010 publicó un libro autobiográfico que tituló: La vuelta al mundo en 90 años. Ese mismo año, la Legislatura porteña lo declaró Ciudadano Ilustre. Reconocimiento que recibió el 13 de abril de 2011.

Este septiembre, sus fuerzas dijeron basta y, en un silencio de radio, se nos fue Délfor: el dueño de una  singular forma de hacer humor inteligente, el mentor de grandes humoristas, el Chaplin porteño.

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